El 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el sida desde 1988, y es un día importante para recordar que el mundo entero se enfrenta a otra pandemia que siguen sin control desde la década de los 80 del siglo pasado, cuando comenzaron a documentarse varios casos que compartían los síntomas de lo que poco más tarde se conocería como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, provocado por el virus de inmunodeficiencia humana.

Durante mucho tiempo, el virus se propagó especialmente entre la comunidad homosexual alrededor del mundo, lo que provocó que la enfermedad viniera de la mano de la estigmatización de los enfermos, que además de la lucha por conseguir los medicamentos, tenía que enfrentarse con la discriminación.

El virus se transmite principalmente por contacto sexual sin protección, por el uso de jeringas infectadas, por el contacto sanguíneo con algún infectado; en el caso de las embarazadas, es posible que también se transmita de madre a hijo a través de la lactancia y durante el parto.

Desde que se tiene conocimiento y se da seguimiento a esta pandemia, millones de personas se han contagiado en todo el mundo, y es el continente africano el más afectado.

El Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el sida (CENSIDA) en México ha estimado que para 2013 en el país vivían 180, 000 personas infectadas, cada año se infectan alrededor de 9 300, el 50% no saben que están infectados, 89 410 reciben tratamiento con un costo aproximado de $44 997.00. Toda la información de CENSIDA puede consultarse aquí:

El lema que acompañó la jornada de este año fue “Solidaridad mundial, responsabilidad compartida”, pues lo que se busca y en lo que hay que insistir es dejar atrás esa estigmatización con la que viven las personas infectadas y que solo los puede afectar de manera negativa.

Todas las esferas de la sociedad deben ser partícipes de esta lucha para visibilizar que es posible vivir con la enfermedad de forma digna siempre y cuando se cuente con el tratamiento adecuado. También es fundamental la educación, especialmente la sexual, porque todavía hay muchos tabúes alrededor del contagio por la vía sexual. Otro aspecto que va de la mano de la educación es la facilidad para adquirir preservativos, herramientas indispensables para evitar la enfermedad.

Aquí entrarían, sobre todo, las instituciones de salud a fin de que la distribución sea general y gratuita.

San Luis Potosí mantiene cifras de contagio de VIH similares a las registradas en la década de los 80, y se cuenta entre las diez entidades con mayor incidencia de contagios, sobre todo en los municipios de San Luis Potosí, Soledad de Graciano Sánchez, Ciudad Valles, Rioverde, Ciudad Fernández, Tancanhuitz, Tanquián de Escobedo, Santa María del Río, Villa de Reyes y Tamazunchale.

Nuestra entidad cuenta con un Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual que, de acuerdo con la Secretaría de Salud, tiene los recursos médicos suficientes para dar tratamiento a las personas infectadas que acudan para solicitar apoyo. Estos lugares brindan atención médica integral, retrovirales, atención psicológica, laboratorio, y otros.

La lucha contra el sida no debe ser solo por parte de los pacientes infectados, sino de todos los miembros de la sociedad. Mientras unos dan voz y visibilidad, otros aportan recursos y medicamentos, y los encargados de la educación deben estar presentes desde la más temprana juventud, porque, aunque sea oiga como un cliché, el conocimiento es poder, y en este caso, salud, que es lo que más busca el mundo actualmente.

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