Han transcurrido 43 torneos del futbol mexicano con fracasos del Cruz Azul; 21 años y medio de frustraciones y decepciones. Inversiones millonarias que siempre se descomponen conforme avanza el campeonato y terminan con el mismo desenlace: perdiendo y fracasando.

Es por eso que cuando Pedrio Caixinha volvió a fracasar, llevó al extremo su frustración, a calificar y juzgar la desafortunada inseguridad que se vive en el país, haciendo una clara apología a la violencia.

En un burdo intento por desviar la atención, al ser eliminado de nuevo por el América y en vez de hablar de futbol, dijo “[la que el sábado se presentó en La Noria es] afición comprada, que para eso fue. Aquí [México], con un par de pesos pagas muertes, que no puedan comprar una manta”. Así habló el entrenador lusitano, en referencia a un grupo de aficionados que acudió al club —un día antes del partido de vuelta frente al América— a reclamar por el bajo rendimiento del equipo en el de ida.

Desde que alzaron el título en León, en diciembre de 1997, han pasado por el banquillo celeste sin pena ni gloria José Luis Trejo, Mario Carrillo, Enrique Meza (en dos etapas), Luis Fernando Tena (después de darles el título, lo llevaron dos veces más), José Luis Saldívar, Rubén Omar Romano (en dos etapas), Isaac Mizrahi (también con dos periodos), Sergio Markarián, Benjamín Galindo, Robert Dante Siboldi (sólo un partido), Guillermo Vázquez, Sergio Bueno, Joaquín Moreno (dos veces interino y nada más cuatro partidos), Tomás Boy, Paco Jémez y Pedro Caixinha.

Es decir, un desfile de 16 entrenadores, pero ninguno capaz de darles el título. Ninguno de ellos se escudó insultando al país y a la sociedad mexicana después de fracasar deportivamente; el portugués, sí.

Caixinha es especialista en desvío de atención, pero esta vez se pasó, se metió en un tema sensible y doloroso para la sociedad mexicana. Ya dijo alguna vez, cuando estaba metido en una racha deportiva negativa, que México era el país de las Fake News; es decir, conceptos mentirosos llenos de rencor a un país que le abrió las puertas cuando era un “Don Nadie” en el futbol mexicano.

Qué dolor tan profundo debe tener el entrenador para lanzar este tipo de conceptos, que tienen que ser revisados por la Comisión Disciplinaria, llegar al fondo y aplicar una sanción ejemplar, porque una cosa es el futbol, el eterno entretenimiento de la sociedad mexicana, y otra que un entrenador se meta con problemas sociales de nuestro país. Es una descarada burla a México, no al futbol mexicano.

Años pasan y Cruz Azul sigue viviendo del título del Invierno 1997, cuando en la Liga aún jugaban equipos como Atlante, Toros Neza, Celaya y Tecos; algunos ya desparecidos, otros más desahuciados. Tantos y tantos años fracasando y tantos y tantos millones de dólares invertidos llevan a una desesperación evidente de los personajes responsables del proyecto.

Guillermo Álvarez, hombre inteligente y empresario mexicano exitoso, comprenderá que no es la forma de expresarse la de un empleado de su equipo. Hoy, su decisión debe ir mucho más allá del futbol.

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