“Un ojo del amo ve más que diez de los criados”
George Herbert of Cherbury.


Solo era cuestión de tiempo para que Irma Eréndira Sandoval se fuera del gabinete bajo el atento mensaje de su jefe, el Presidente López Obrador: la 4T no acepta otra cosa más allá de la obediencia ciega y absoluta, ¿queda claro?

De nada valió a la exsecretaria que su familia haya servido a los intereses del presidente desde sus tiempos de “luchador social” cuando, por ejemplo, hace poco menos de una década su hermano, el jurista Netzai Sandoval, presentó un recurso rocambolesco en cortes internacionales contra Felipe Calderón, acusándolo de genocida y crímenes de lesa humanidad por la fallida lucha contra el crimen organizado.

Mucho menos tuvo efecto que John Ackerman, su esposo, se convirtiese en una especie caricaturesca de fanático hacia el culto lopezobradorista, lo sabra él mejor que nadie: al líder se le obedece, jamás se le reta.

La aventura de imponer al hermano de Sandoval, Pablo Amílcar, como gobernador de Guerrero a costa de los deseos de López Obrador se ha cobrado con intereses, digamos, fulminantes.

Sobraban sospechas de quiénes fueron los “traidores aspiracionistas” que estuvieron detrás de la campaña de desprestigio contra el impresentable Félix Salgado Macedonio para la gubernatura de Guerrero: el grupúsculo de los Sandoval sería, evidentemente, el más beneficiado con un gobernador.

Si bien fue poco lo que pudieron hacer los cercanos a la exsecretaria, la campaña contra Salgado terminó avivada por la oposición y derivó en un grave daño para la 4T que, de un jalón, perdió sus apoyos igual en grupos feministas que en sectores moderados que, antes, no los veían con la antipatía con que los ven hoy.

Y con todo e intriga palaciega, el presidente ganó. Guerrero terminará gobernado por la hija de Salgado Macedonio al costo de un desgaste para el gobierno de López Obrador que difícilmente tendrá réditos positivos.

Hay quién podría leer en la salida de Irma Eréndira Sandoval un “golpe” al grupo radical de la 4T, ¿pero no será, más bien, un manotazo sobre la mesa del presidente que se puede traducir en la marginación política para los Sandoval?, porque mucho más radical que Pablo Amílcar es, en definitiva, Evelyn Salgado y el grupo que representa.

Más allá de las lecturas políticas y electorales, viene algo más profundo: ¿qué cambia con la salida de Irma Eréndira Sandoval y la llegada del salinista Roberto Salcedo?, ¿será que el nuevo secretario sí abrirá investigaciones más profundas sobre, digamos, el patrimonio de Manuel Bartlett?, ¿o será que el presidente necesita ahí un florero obediente en lugar de un sabueso anticorrupción? Apueste.

El mensaje queda muy claro: En el grupo radical de la 4T y en el grupo moderado de la 4T hay un solo líder, un solo amo y señor. Se llama Andrés Manuel López Obrador.

DE COLOFÓN

Vienen impugnaciones electorales, algunas hacen sentido, otras no tanto. Las que caminen hasta las últimas consecuencias podrían ser resueltas por el TEPJF que ha defendido su autonomía aún a costa de su propio presidente. Un episodio más de una novela que podría llamarse “Magistrado Billetes”. 

@LuisCardenasMX

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