La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de una de las responsables de la supervisión de la pandemia, ha dado un anuncio importante y esperado por todos los niños del mundo que tienen esperanzas para esta rara Navidad: A pesar de la edad de Papá Noel (considerado población de riesgo ante la ), podrá viajar alrededor del mundo repartiendo regalos como ha hecho durante toda su vida, y otra noticia (todavía más esperanzadora) es que Santa es inmune al coronavirus.

Sin embargo, la OMS insiste en que todos los niños y adultos sigamos respetando y atendiendo las medidas de seguridad, como la distancia física. Así que niños, ni siquiera se piensen en espiar a Santa; entre más lejos, mejor. Por lo que este año se insiste en ir a la cama un poco antes de lo habitual en Nochebuena.

Ya se han visto muchas imágenes en distintos lugares del mundo de filas de entusiastas pequeños esperando saludar a Santa o a Sus Majestades de Oriente; pero este año ha sido desde lejecitos. Barreras de plexiglás o mascarillas han impedido ese contacto tan cercano que se espera durante 365 días y que está fundado básicamente en algo que nos mantiene a flote a todos: la ilusión, que suele ser de recibir y tener paz y prosperidad.

Como casi todos los aspectos de nuestras vidas, también los deseos de los pequeños se han visto afectados por los alcances de la pandemia. Su sentir, sus miedos y esperanzas se ven reflejados en muchas de las cartas que ya se han enviado por correo a Santa Claus. Aunque no faltan juguetes o consolas entre las peticiones, abundan cosas que antes los niños no solían tomar muy en cuenta para Navidad, especialmente una que no se hubieran imaginado: el fin de la pandemia, la cura para el coronavirus.

Muchos pequeños han escrito palabras con un tono de tristeza por su situación actual, pero afortunadamente, también esperanza, ¿si no, para qué escribirían a Santa? Una niña confesó que no ha sido del todo buena este año porque se le ha hecho difícil estudiar en línea. Pide perdón a Santa y espera que, de cualquier forma, termine con la pandemia. Otros piden trabajo para sus padres, porque lo han perdido.

Muchos nos vamos a quedar con las ganas incluso de un abrazo de familiares y amigos, a quienes no hemos visto en más de ocho meses. Otros también hemos de reducir la cantidad de regalos porque la economía no permite más. Y no sabemos cuántos no podrán compartir la cena navideña con alguien más. La que suele ser la temporada más deprimente del año, lo será ahora más intensamente. Ojalá que entre los deseos y peticiones, esté el prójimo, porque desconocemos las dificultades de nuestros vecinos.

Ojalá que esos rayos de esperanza que muchos niños mantienen en todo el mundo se replicarán en nuestros corazones, porque hay pocas certezas a las cuales podemos aferrarnos. Yo deseo que la gente sea más consciente respecto a los contagios en México, que las autoridades dejen de dar atole con el dedo, que todos seamos más empáticos y respetuosos con los demás. El virus nos ha quitado mucho, hasta el sentido común. Algo tendremos que hacer nosotros para recuperar la normalidad, y ese regalo nos lo podemos hacer solo nosotros mismos.

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