Los Testigos de Madigan, la revista literaria que nació siguiendo los pasos del escritor David Ojeda,  que continúa su legado y rindiéndole homenaje, ha alcanzado este abril su número catorce. No tiene nada que ver con el número, pero sí es de mencionar que se suma a los trece anteriores hechos todos con la buena voluntad de los colaboradores, con sus propios recursos y siguiendo su línea editorial independiente que promueve la cultura, el arte y sobre todo la reflexión en torno a ambas, a fin de acercar a cada vez más personas a ese aspecto de la vida que nos llena, nos complementa o ayuda a que nuestros días sean menos un hueco en la rutina del ajetreado ir y venir.

Un poco lejos del Día Internacional de la Mujer, no pueden faltar las propuestas de las colaboradoras y, mucho menos, con toque feminista como lo es el texto “Letras, entre lo masculino y lo femenino”, de Adriana Rodríguez Morán, quien logra una reflexión muy interesante acerca de qué hace al arte “femenino” en comparación con lo todo lo demás, que no se señala como “masculino”.

Sin aproximarse a reivindicaciones, Francisco Velázquez hace un excelente análisis de los recuerdos y la memoria a través de las obras de tres autoras: Sylvia Molloy, Siri Hustvedt y Joan Didion. Este texto, como todos los demás de Velázquez, es un trabajo muy dedicado que merece la pena revisar para acercarnos a estas autoras con un punto de vista muy particular y atinado por parte del autor.

No se pueden dejar de mencionar las colaboraciones de Miguel Díaz y Félix Babosa. El primero hace una reseña sobre las “caprisongs” de la cantante FKA twigs, cuyos experimentos se mencionan en el texto, y el segundo nos lleva décadas atrás para conocer acerca del movimiento Riot grrrl y todo el feminismo que lo respaldaba.

La poesía también está presente, gracias a las letras de Aimee Nezhukumatathil (traducción de Miguel Díaz), y en “Humos de alcohol”, un texto de José Luis Soto dedicado a Jorge Humberto Chávez y Charles Bukowsky. Un texto más con temática embriagadora es “La mirada lisérgica”, de Jesús Navarrete Lezama, en el cual reflexiona acerca del papel del LSD en la creación artística y la forma de ver la realidad con las gafas de las sustancias alucinógenas.

Además de las colaboraciones mencionadas, hay más aportaciones dentro de este número de Los Testigos de Madigan: pausas gráficas, grabados, narrativa, reseña, etc. Como desde hace tres años, este nuevo paso de la revista avanza hacia un horizonte desconocido, pero cuyo trayecto está siendo muy provechoso.

La revista puede leerse en este enlace:

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