Mientras que el 27 de diciembre pasado en el Museo Fuerte de Guadalupe en Puebla había un vigilante –lo que facilitó --, otro museo de esa ciudad, el Internacional del Barroco (), tiene hasta 70 vigilantes en las noches.

No es lo único que distingue ese museo de todos los demás de México. El del Barroco tiene un esquema de operación único: fue creado con recursos públicos que administra una empresa privada, la operadora Mubasa (Museo del Barroco S.A.) y la información de esa operación ni siquiera está disponible para la secretaría de Cultura del estado de Puebla.

Al comparar los recursos que cada mes se tienen que destinar al MIB, la cifra se dispara incluso si se mide con los grandes museos nacionales: los de Antropología y Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), por ejemplo, requieren al mes alrededor de 5 cinco millones de pesos para su operación y mantenimiento; en contraste, el presupuesto mensual del museo poblano es de 31,9 millones de pesos.

El dinero que llega al Barroco proviene de la Secretaría de Educación estatal, no de la de Cultura (cuando se creó el Museo, Cultura era un área de la Secretaría de Educación). Los casi 32 millones se entregan cada mes a la operadora, que tiene su sede en el mismo edificio del MIB; para esa empresa laboran más de 200 personas, incluidos personal de seguridad y limpieza. Esos 32 millones mensuales se destinan a mantenimiento -dos millones de pesos- luz, agua y otros servicios, pero la mayor parte se va al pago de la deuda del propio museo.

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Obra del museo San Pedro Arte que se exhibe en el del Barroco.

El recurso mensual para el Museo Internacional del Barroco esconde un sistema de endeudamiento que es excepcional frente a cualquier otro centro cultural en la historia del país. Es herencia del fallecido exgobernador de Puebla, , y es un sistema que, a pesar de las investigaciones periodísticas, los amparos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación y las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación, no ha cambiado.

Desde que se presentó el Museo Internacional del Barroco –febrero de 2016-- la cifra de mil 742 millones que según Moreno Valle había costado, sorprendía por lo elevada. De nuevo un comparativo: a finales de la década anterior, en 2008, se había inaugurado el MUAC que tuvo un costo de 280 millones pesos.

Poco a poco se hizo público que la cifra de mil 742 millones de pesos era apenas algo así como una cuarta parte de lo que acabó por costar el MIB: siete mil millones 933 mil pesos, que se estarán pagando hasta 2039 a la constructora, La Peninsular, propiedad de la familia Hank Rhon.

Al interior del Museo

En la planta alta del Museo Internacional del Barroco, el Secretario de Cultura de Puebla, Julio Glockner, tiene una oficina, aunque mantiene su oficina principal en la sede de la secretaría del centro de la ciudad de Puebla. El personal que allí labora está dividido en dos grupos: una parte depende de la propia secretaría de Cultura –alrededor de 40 personas,
según Rogelio Angulo, director operativo del Museo del Barroco-. La otra parte del personal depende de la operadora, que existe desde que nació el museo, y que se hace cargo de todo el mantenimiento.

“Creo que es un personal excesivo, tienes aquí en las noches, como en una película de romanos, guardias por todos lados”, dice el secretario Glockner. A la pregunta de cuántos laboran en la empresa operadora responde: “Tenemos 79 colaboradores de la operadora, 101 elementos de seguridad, 56 de limpieza y nueve de jardinería”. Aunque el secretario considera que sí estaría a revisión el número de personal, porque “no es necesario que haya 70 vigilantes en la noche”, modificar el contrato es imposible.

Así lo confirma Anahí Acevedo, encargada de despacho del MIB: “Eso viene en el contrato (el tema del personal). No se puede cambiar al menos de aquí al 39. Son tres partes en el contrato: la SEP, el banco (Banorte) y la operadora. Es la manera como fue creado el Museo. Es una Asociación Pública Privada (APP)”.

Glocker reconoce que aunque sabía del monto de recursos que implicó el Barroco, no conocía cómo opera lo relacionado con la deuda: “Son prácticas deshonestas, se inflan demasiado los presupuestos y los ciudadanos acaban pagando. Se canalizan miles de millones de pesos en una obra suntuosa que, para acabarlo de fregar, no tiene un vínculo con la sociedad. En visitas, el Barroco ocupa el cuarto lugar; se visitan más el museo de los Hermanos Serdán, el Militar y el de la Evolución”.

- ¿Cómo explica usted el sobrecosto del Museo?

Porque son actos de corrupción.

- ¿De qué manera fue la operación?

No tengo idea.

Las funciones de Mubasa

La operación del Museo por parte de esa empresa impide que el propio secretario de Cultura tome la decisión de recortar personal. La operadora decide sobre personal, mantenimiento, mobiliario, limpieza, museografía, montaje y seguridad. Cuando llegan exposiciones, Mubasa se encarga de descargar, pintar, almacenar, acondicionar bodegas, desembalar obras, montar, pintar paneles, crear la museografía y devolver la exposición como la trajeron. Con lo único con que no se mete la empresa es con los contenidos. Sin embargo, los cargos por seguros y préstamo de obras los paga la secretaría de Cultura. Aún así, la Secretaría no tiene el desglose de cuánto cuesta mantener el edificio.

El año pasado, Glockner anunció un nuevo rumbo para el Museo Internacional del Barroco, al que ya se le dio nuevo nombre: “Museo Internacional del Barroco. Centro de Cultura y Arte Contemporáneo”. A finales de 2019 todavía seguía pendiente el traslado de piezas que se llevaron al Barroco de otros museos: 11 del Museo San Pedro Arte; dos de la Casa del Alfeñique: 38 del Museo Bello, y seis libros de la Biblioteca Palafoxiana. Con todo y esas piezas en préstamo, el del Barroco suma un acervo escaso: 168 piezas. Una cifra ínfima con relación a lo que tienen los 20 museos del estado: un patrimonio de 128 mil piezas.

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Seis libros de la Biblioteca Palafoxiana se pueden ver en el sitio.

Al excesivo costo de operación se suma el de exposiciones ya contratadas: la última es la de arte arte islámico del Museo de Lyon, Francia -en exhibición- por la que se pagaron siete millones de pesos.

Dado que Rogelio Angulo labora desde hace más de tres años en el MIB, se le pregunta por qué se tiene que pagar hasta 2039 una deuda, y responde: “La iniciativa privada fue la que aportó el recurso para la edificación del Museo”. Explica que a través del contrato APP la empresa recibe un pago mensual por parte del gobierno del estado; que ésta paga servicios, mantenimiento, seguridad y limpieza; que ese pago asciende a 32 o 33 millones de pesos que varían de acuerdo con el índice de precios, y que con los años van a disminuir, como si fuera una hipoteca.

Aunque menciona que entre el personal de la operadora hay ingenieros y arquitectos, que se encargan de que el MIB se conserve “como se abrió en 2016”, asegura que desconoce la cifra final de personal: “Es una empresa privada. Es una sociedad anónima. Ya ve, con la protección de datos personales... no nos difunden esos datos”.

- ¿Por qué un museo tiene que tener un fideicomiso?

- Porque a través del contrato APP se abre un fideicomiso para generar la fuente de pago y se le paga a la empresa.

El sistema de endeudamiento

El Museo Internacional del Barroco, así como la Planta Audi y el Centro Integral de Servicios –tres de las magnas obras de la administración de Moreno Valle- ocultan un sistema de endeudamiento que en últimas implica que 2% del impuesto de la nómina de los trabajadores de Puebla se destine por, mínimo, los siguientes 20 años, al llamado Fideicomiso Evercore (cuando se creó el Museo del Barroco, el presidente de Evercore-Protego era el exsecretario de Hacienda, Pedro Aspe).

Dado que los gobernadores no pueden endeudarse sin aprobación de los congresos estatales, en estados como Puebla, Sonora y Veracruz, entre otros, por años se crearon fideicomisos donde se depositan esos recursos del impuesto sobre nómina.

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El edificio que alberga el recinto es obra del Pritzker Toyo Ito.

Aunque se alega que son fideicomisos privados, operan con recursos públicos. Desde 2016, el economista y académico Enrique Cárdenas, director del Centro de Estudios Espinosa Yglesias ha denunciado que el Fideicomiso en Puebla sirve como fuente de pago de “proyectos de inversión” multianuales que no fueron registrados como deuda pública, aunque sí son deuda pública, finalmente.

En entrevista, Enrique Díaz- Infante Chapa, director especialista en sector social y financiero, del Centro Espinosa Yglesias, explica: “El contrato de mantenimiento es la fuente de pago. Seguramente el contrato de mantenimiento está casado con el contrato de crédito”. Y añade: “El contrato de la obra para construir el Museo le adjudica un PPS (Pago por Prestación de Servicios que viene cada año en el Presupuesto Estatal), una especie de renta; lo construye por una cantidad y establece un contrato de renta por cinco, 10, 20 años. El Estado cada año tiene que autorizar el pago del PPS, y se paga mensualmente un monto que al final del tiempo va a cubrir lo equivalente al crédito con el banco y queda una ganancia. ¡Aquí tienes una construcción con sobrecostos! Se paga en el tiempo, con cargo al presupuesto, durante 20, 25 años, lo que sea. Esto no es democrático porque a las siguientes administraciones les impusiste eso, una obligación de pago. Se establece que no es deuda pública, sino proyectos de inversión. ¿Qué ganas con eso? Evitas que, en términos de la Ley de Deuda Pública, tenga que ser aprobada por el Congreso, entonces el secretario de Finanzas (en aquel momento era Roberto Moya Clemente) al no ser deuda autorizó los proyectos de inversión”.

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