Está claro que el gobierno quiere salir de la bronca en que se metió por el desabasto de medicinas.

Uno de los más graves obstáculos para sortear este problema tiene que ver con la distribución de los medicamentos.

Una solución de golpe sería recontratar a empresas que compran y distribuyen medicinas, como Fármacos Especializados y otras, pero eso iría en contra del espíritu mismo del nuevo gobierno, que no sólo ha tachado de corruptas a estas empresas, sino que quiere evitar el modelo que existía antes: dos o tres compañías que no fabricaban medicinas pero que ganaban todas las licitaciones. ¿Cómo le hacían? Acordaban con los laboratorios que iban a producir suficiente, llegaban con cartas compromiso de éstos, y le añadían el servicio de distribución, obviamente, subiendo el precio. La buena: había medicinas. La mala: hubo muchas acusaciones de favoritismo, privilegios, encarecimiento artificial, corrupción en la que ha puesto el reflector la administración del presidente AMLO.

Las alternativas propuestas por el gobierno son potenciar una gran empresa paraestatal de distribución de medicinas o encargarle esto a las Fuerzas Armadas. Amén de las ineficiencias imaginables, cualquiera de las dos opciones demorará mucho y esto cuesta vidas.

Entre especialistas en estos asuntos se ha conversado que quizá una solución mucho más rápida es montarse en las redes de distribución que ya tienen empresas experimentadas, como DHL, FedEx y Estafeta, delinear rutas para llevar los cargamentos de medicinas a todo el país y, para aquellos medicamentos que requieran un manejo especial (como las vacunas que deben estar refrigeradas), coordinar que adapten cajas frías en algunas de sus unidades de transporte. Eso podría ayudarles a salir más rápido de la crisis.

La otra es echar a andar a la voz de ya los procesos de licitación de compra de medicamentos para el próximo año, y que no suceda como el año pasado en que su retraso profundizó el desabasto.

SACIAMORBOS

Hay casos más críticos, como el de las medicinas contra el cáncer, que ha desatado una protesta social en diversas regiones de México. En este caso, al retraso en las licitaciones, a las complicaciones en la distribución, súmele que la Cofepris paró las líneas de producción de medicinas contra el cáncer en la única empresa farmacéutica que las producía. Parte de la embestida federal contra las farmacéuticas a las que considera integrantes de la mafia del poder. Había otras compañías con permiso de fabricar oncológicos, pero que no ejercían ese permiso. Cofepris, aparentemente creyendo que porque había varios permisos había varias productoras, paró la única empresa que en efecto estaba generando los medicamentos contra el cáncer. Le puso sellos y toda la cosa. El desastre subsecuente es que estalló la crisis de desabasto. Fuentes de la propia Cofepris me confiesan que cuando se dieron cuenta del error, y de lo que éste estaba causando, pidieron a la farmacéutica ayudarles a solucionar el problema y echar a andar de nuevo la producción, pero que la empresa se negó, exigiendo que primero le quitaran los sellos de prohibición. Cofepris le pedía que pasara por alto los sellos y produjera las medicinas. Entrampados, el asunto generó rispideces entre la compañía y el gobierno federal, al grado que hasta en la mañanera el presidente AMLO hizo una referencia al asunto.

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