En 2016, en una localidad de Barcelona, seis hombres drogaron a una menor de edad, la amenazaron con un arma de fuego y la violaron uno tras otro. Le dijeron que su familia correría peligro si ella se atrevía a decir algo al respecto.

Después de esto, la chica realizó dos declaraciones ante la policía, ambas falsas. Posteriormente, ya armada de valor, corrigió su declaración y habló con la verdad. La conducta de la mujer es completamente comprensible dadas las circunstancias en las que se encontraba o en las que la pusieron.

A pesar de los hechos y las declaraciones, las autoridades españolas decidieron condenarlos a diez y doce años de prisión por abuso sexual, ya que, según el Código Penal, las acciones no corresponden a cargos de agresión sexual.

Esto ha provocado, una vez más, numerosas manifestaciones en varios lugares de la península ibérica para que se cambie el Código Penal y se deje establecido que violación es “cualquier relación sexual no consensuada”. El caso es que la joven estaba inconsciente, lo que la ley contempla como atenuante, no como agravante. Esto, obviamente, causa grandes disgustos por la injusticia que significa.

Se ha realizado una petición en la plataforma Change.org para que el Código Penal cambie a favor de las víctimas A la fecha ya van más de 300 mil firmas. A esto se han sumado miles de voces (femeninas y masculinas) gritando consignas como “No es no, lo demás es violación”, “No es abuso, es violación”, “Jueces machistas, sois los terroristas”; las cuales reflejan claramente la falta de empatía que perdura en el ámbito de la justicia o de cualquier área de la función pública donde los hombres siguen figurando más que las mujeres.

El conteo de crímenes machistas en España en 2019 suma 59 casos. No hace falta decir que las cifras en México no se equiparan en lo mínimo. Además de la cantidad sin comparación, cabría añadir la impunidad en la mayoría de los casos porque los feminicidios siguen ocurriendo y los criminales siguen sin recibir su castigo.

El panorama no va a cambiar hasta que las autoridades apliquen la ley sin miramientos en cada caso; en fin, hasta que muestren verdadero interés por las mujeres mexicanas que seguimos siendo la mayoría del país.

De este lado del Atlántico, la sociedad ya se ha unido, no de la misma forma que en España, pero el reclamo es constante y sonante. Pero no basta con marchas aisladas para que las cosas cambien, la exigencia de la sociedad debe ser mayor, más numerosa, ruidosa y sin parar.

El apoyo y la solidaridad con las víctimas debe sentirse hasta que la ley haga justicia por cada una de las más de tres mil mujeres muertas a manos de hombres, por el hecho de ser mujeres.

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