Tomó la decisión a tiempo, antes de hacerle daño a un proceso mundialista como pudo suceder si su arrepentimiento hubiera sido más adelante.
 
Gustavo Matosas tiene razón, es mucho mejor vitrina la Liga Mexicana, intensa y con exámenes constantes, que una selección centroamericana que a lo único que aspira es ganar uno de los tres boletos para el Mundial de Qatar.
 
Ahora, nada tiene que ver con la pésima decisión al estilo Club de Cuervos, que tomó la directiva encabezada por Alberto Marrero, al despedir injustificadamente a Alfonso Sosa. Según los hechos, lo que molestó a las divas potosinas fue que Poncho Sosa dijo en el medio tiempo del partido contra Chivas, “no sean putos, hay que atacar más”, algo que ni es homofóbico, ni se refería a la preferencia sexual de algunos futbolistas que forman parte del plantel.

Es un término común en el futbol y en otros ámbitos de la vida, es como la maldita confusión de FIFA que considera homofóbico el grito a los porteros “Ehhh puto”, cuando en realidad es algo grotesco, corriente, de poca clase, pero nada tiene que ver con connotaciones y preferencias sexuales.

Matosas es un entrenador que a la Liga MX le hace bien tenerlo, porque tiene una sed de revancha inmensa debido a su paso en el Atlas, que fue realmente mediocre, además que en América, su pleito con Ricardo Peláez, lo hizo salir prematuramente cuando pudo hacer carrera larga. Con los Rojinegros sólo ganó nueve partidos de 23 dirigidos, perdió 10 y empató cuatro, nada espectacular.

En América solicitó a Peláez que se vendieran o traspasaran los jugadores que consideraba tóxicos y fue eso suficiente para que el otrora director deportivo en Coapa lo echara por no estar de acuerdo con ese concepto. Al final se fueron los dos, y también, los jugadores tóxicos.
 
Es obvio que no sea bien visto que deje a una selección nacional para enrolarse con un equipo de reciente ascenso. Las criticas han sido durísimas, desde mercenario hasta muerto de hambre lo han calificado en las redes sociales, pero pocos saben que San Luis Potosí fue parte de su vida, ya que por muchos años vivió en esa bella y cálida ciudad debido a que su padre, Roberto Matosas, fue futbolista de los desparecidos Tuneros de San Luis.
 
Además, el reto que representa Atlético de San Luis en comparación a Costa Rica es muy distinto. Algo debe pasar en San José que los entrenadores que han pasado por el futbol mexicano no duran. Ya pasó con Bora Milutinovic, Ricardo La Volpe y ahora Gustavo Matosas. O no hay adaptación, o pagan muy mal, no representan retos deportivos o algo extraño sucede para que no se acaben los procesos por decisión de ellos, no del presidente de la federación tica.
 
Un profesional debe estar siempre dispuesto a cambiar para mejorar, eso es lo que hizo Matosas. Juzgarlo por tomar esta decisión solamente oculta la estupidez y, ahí sí, pésima gestión de una directiva potosina que podría ser la protagonista de la cuarta temporada de Club de Cuervos, junto con su coprotagónico, el Cruz Azul.

@gvlo2008

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