Las ganas de dormir, dificultad para concentrarse y ansias por comer carbohidratos y azúcares no son sólo síntomas de las vacaciones, también pueden indicarle a una persona que está atravesando por una depresión decembrina o de invierno, conocida como Trastorno Afectivo Estacional o SAD, siglas en inglés del Seasonal Affective Disorder.

La “depresión de invierno” ocurre durante el invierno y está relacionada con la disminución de la luz del Sol durante esta estación, quienes la presentan con más regularidad son las personas que tienen antecedentes depresivos o transtornos bipolares.

Las personas que padecen este trastorno, generalmente presentan síntomas como tristeza, irritabilidad, letargo, cansancio, ansia de comer carbohidratos y azúcares, dificultad para concentrarse, dormir más de lo normal, falta de energía, disminución de actividad, alejamiento de la vida social y llanto frecuente, de acuerdo con Alonso Fernández Guasti, investigador del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigaciones Avanzadas del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav).

“La causa principal de este padecimiento es la disminución de luz solar en el invierno [por lo que] le puede ocurrir a cualquier persona, pero los pacientes con antecedentes de depresión y trastorno bipolar son más propensos a desarrollarlo”, señaló.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la depresión es una de las primeras causas de discapacidad en todo el mundo, puesto que quienes la padecen presentan síntomas que les impiden continuar con su vida y desarrollarla con normalidad.

Según especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), uno de cada 10 mexicanos vive deprimido, pero pueden pasar entre tres y siete años en esta situación antes de recibir el diagnóstico y tratamiento adecuados que le permitan salir de esta enfermedad.

Alrededor de una cuarta parte de la población del país se ha enfrentado en alguna etapa de su vida a algún problema relacionado con su estado de ánimo, inclusive puede que se haya deprimido sin darse cuenta, por la falta de diagnóstico oportuno. Una persona deprimida no se logra concentrar, tiene deficiencias en el trabajo y en la escuela.

La “depresión de invierno”, como también se le conoce, es mucho más común en países que tienen cambios estacionales muy bruscos como Fin-landia, Dinamarca, Suecia o Noruega. En México puede que los cambios en el clima no sean tan severos, pero de todas formas existen personas que presentan alteraciones en su estado de ánimo o baja de energía durante los meses invernales.

Ante esta situación, el científico mexicano Fernández Guasti dijo que, “exponerse a la luz del sol siempre que sea posible, hacer ejercicio o actividades al aire libre, son formas de evitar o disminuir este trastorno”.

Las personas siguen un ritmo circadiano, que consiste en los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario, y responden a la luz y la oscuridad en el ambiente de un organismo. Este ritmo permite la organización y funcionamiento del metabolismo según el momento de la jornada. Por ejemplo, la producción de energía durante el día y los mecanismos de reparación durante la noche o fase de descanso.

Ese sistema se adapta y sincroniza con el medio ambiente, por lo cual la disminución de las horas de luz durante los días de invierno es otra de las explicaciones para que se presente la depresión estacional.

“En este equilibrio, la señal más importante para la sincronización es la luz, la cual es percibida por la retina que proyecta a neuronas del núcleo supraquiasmático, el cual es el coordinador del sistema circadiano que participa en actividades como la secreción de hormonas, la fase del sueño, la termorregulación, la ingesta de alimento, entre otras”, explicó.

La fototerapia o terapia de la luz, es la base del tratamiento para este padecimiento, el cual debe empezar durante el otoño, antes del inicio de los síntomas y consiste en sentarse, con los ojos abiertos frente a una luz brillante, de preferencia temprano, para imitar las acciones del amanecer.

Otro método de tratamiento es la terapia sicológica, a través de la cual se identifican los pensamientos negativos y se busca reemplazarlos por ideas positivas.

Dado que una de las causas de la depresión estacional es el desequilibrio en el sistema serotoninérgico, los antidepresivos como la fluoxetina o la sertralina, se consideran efectivos al padecimiento. Una investigación que realizó en 2014 la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, encontró que durante los meses de invierno los cerebros de algunas personas tienen mayor dificultad para mantener niveles altos de serotonina.

La sustancia regula el deseo sexual, mantiene la vigilia, modula la ansiedad y la agresividad, además de contribuir a coordinar la producción de hormonas. Cuando la generación de esta sustancia no se da de manera suficiente para el organismo, se puede derivar en enfermedades como depresión, ansiedad, migraña y alteraciones en la alimentación, pero también genera la “depresión de invierno”.

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