“En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada”, así comienzan las estrofas de los villancicos mexicanos para pedir posada, sin importar donde se canten. “Ningún mexicano que haya vivido sus tradiciones, sea porque las vivió en su tierra o por la tradición de su familia, puede dejar de organizar o participar en una posada en esta época decembrina”, dice Paco Moreno, oriundo de Los Reyes, Michoacán y con más de 30 años en Estados Unidos.

“Cuando yo llegué a este país ya todo mundo sabía lo que era una posada, pero no había tanto mexicano; hoy somos muchos más y todos o casi todos cantamos los villancicos, prendemos nuestras velas, pedimos posada. Igualito que como si estuviéramos en México. Los gringos todavía nos ven raro, pero hay miles a quienes les encantan nuestras tradiciones y participan”, dice Moreno, quien además es vocero del Consejo de Federaciones Mexicanas (COFEM) en Los Ángeles, California.

“Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”, reza una parte de las melodías para romper una piñata. “Creo que de todo el ritual que significan las posadas mexicanas, lo que más disfrutan los estadounidenses junto con nosotros son las piñatas, los villancicos y nuestra comida” dice riendo Paco Moreno; “¡y cómo no! con nuestros tamales, pozole, champurrado, gorditas rellenas, tostadas y bueno, todas esas delicias. ¡Ah! Y el ponche con piquete” y vuelve a reír.

Sin duda las tradiciones de la cultura mexicana en EU se han ido arraigando década tras década y generación tras generación. De acuerdo con la oficina del censo de este país, en la actualidad hay casi 60 millones de habitantes de origen hispano; sea porque nacieron en algún país latinoamericano o en España o porque son descendientes directos de este sector racial. De estos casi 60 millones, alrededor de 65% son provenientes de México o descendientes de mexicanos; es decir, alrededor de 39 millones.

Así las cosas, desde septiembre de 1821, año de Independencia de la Nueva España para convertirse en lo que hoy son los Estados Unidos Mexicanos, sus tradiciones, costumbres, gastronomía, idioma, cultura y demás características de diversas regiones del país, han influenciado a la llamada Unión Americana. “Y cada década que pasa, es una nueva generación y un mayor afincamiento de nuestras tradiciones en este país”, dice Moreno.

“Basta observar cómo han ido cambiando las actitudes de nuestros jóvenes. Todavía hace 50 años en Estados Unidos, muchos paisanos o hijos de mexicanos no querían hablar español ni que se les señalara como mexicanos para no ser menospreciados. Celebrar las tradiciones era como hacerlo a escondidas y despacito. Y mira hoy a nuestra juventud, mexicanos estadounidenses y mexicanos indocumentados, gritando a los cuatro vientos que son mexicanos y festejando sin vergüenza; mira a nuestros jóvenes DACA o dreamers, sin miedo a enfrentarse a la autoridad, peleando por lo que les corresponde que es la legalidad en este país —EU—. ¿Cuándo hubieras imaginado que un grupo de indocumentados tuviera el valor que ellos están demostrando al mundo?”, describe en otro tono. “Hoy nuestras piñatas están llenas de esperanza y nuestros villancicos son oraciones para ellos —los dreamers—, para que el Congreso de este país se apure a darles el lugar digno que se merecen”, asegura este michoacano.

La historia se repite a lo largo y ancho de Estados Unidos, donde las comunidades de origen mexicano se han expandido y multiplicado.

Pero quizá, la única región donde las cosas han sido un poco diferentes es en el Sur de la Florida. “Miami es diferente al resto de Estados Unidos”, dice Diana Olavarría, originaria de Sonora; allí, explica: “Sin duda, ser latino es de primer nivel y eso se lo debemos a los cubanos, quienes defienden de manera férrea el español y su cultura generación tras generación desde hace más de 50 años”. “Ellos —los cubanos— han inspirado al resto de los latinoamericanos que hemos llegado a Miami para no perder nuestras raíces, hablar nuestro idioma como primera lengua y mantener nuestras tradiciones”, comenta. “No sé si todo es más fácil en Miami y creo que en general en Florida, porque antes de ser parte de EU hay que recordar que fue una colonia española también. Aquí siempre el español fue la primera lengua”, asegura. “Es por ello que las posadas mexicanas tienen un gran aprecio, todos las entienden y participan; y además, de manera increíble, te encuentras también con tradiciones, por ejemplo colombianas o venezolanas, muy parecidas a nuestras posadas, aunque se llaman de otra manera”, describe con alegría Diana.

A todo esto hay que sumar la promoción que hace la red consular mexicana en EU y la Embajada de México en Washington, que expanden de manera importante esta colorida tradición. “Me encanta ir a las pastorelas que a veces se organizan y las posadas ni se diga”, dice Raúl Ramírez, zacatecano que vive desde 2006 en Los Ángeles, California, con su familia. “He vivido las posadas en mi Zacatecas querido y aquí, y la verdad desde EU como que se incrementa la emoción, la nostalgia; como que nuestros valores se acrecentan y logras ver muchas cosas que cuando estas en México no valoras tanto o no disfrutas tanto”, describe Raúl.

Quizá el lugar más icónico de los mexicanos en Estados Unidos sea la llamada Placita Olvera, en Los Ángeles, una explanada con su kiosko mexicano al centro, rodeada de restaurantes, una suerte de “mercadito sobre ruedas” donde venden artesanías de todo tipo, una iglesia y algunas edificaciones.

Eduardo Hernández, uno de los lugareños más antiguos, con más de 70 años de edad, asegura que “antes de que yo llegara y después de que yo me vaya, las posadas y las tradiciones mexicanas van a seguir aquí —en la Placita Olvera— porque este es el verdadero corazón de México en Los Ángeles”, dice satisfecho. “Los invito a que vean cómo la gente participa, es una fiesta abierta a todo el mundo, donde muchos de nosotros y nuestros hijos y nietos participamos para cantar los villancicos, pegarle a la piñata y comer de todo lo que te puedas imaginar”, cuenta, con singular alegría don Eduardo.

Queda claro que las posadas mexicanas en Estados Unidos están a la altura en importancia y tradición que el famoso festejo del 5 de mayo y el 16 se septiembre. “Ahí se van dando”, dice Raúl Ramírez, “aunque debemos reconocer que el 5 de mayo es invencible”, y suelta una carcajada.

vkc

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