El jueves pasado, en la presentación del reporte mensual sobre incidencia delictiva, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, dio a conocer un dato que parece alentador: según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), el número de víctimas de homicidio doloso habría disminuido 3.6% en 2021, comparado con el año previo.

Sin duda, esta es una noticia que debe celebrarse. No es poca cosa que mil personas menos hayan perdido la vida en hechos violentos ¿Se trata, sin embargo, de un punto de quiebre? ¿Veremos de aquí en adelante una reducción sostenida en el número de homicidios? No estoy muy seguro.

En primer lugar, no hay certeza de que efectivamente se haya registrado una disminución en la incidencia de homicidios el año pasado. En 2020, según el SESNSP, el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio disminuyó 0.4% con respecto a 2019. Pero de acuerdo a cifras del Inegi, hubo un incremento de 0.3%. En 2019, en contraste, el SESNSP reportó un incremento de 2.5%, mientras Inegi mostró una disminución de 0.1%. Dada esa variabilidad entre las dos fuentes oficiales, creo que vale la pena esperar a que el Inegi publique sus datos (los preliminares se dan a conocer en julio y los definitivos en octubre) antes de echar las campanas al vuelo.

Por otra parte, una variación pequeña en la frecuencia de los delitos (incluyendo los homicidios) puede deberse, al menos parcialmente, a efectos de calendario. Tiende a haber más homicidios, por ejemplo, en fines de semana y días feriados. Y en 2021, dos días feriados oficiales (1 de mayo y 25 de diciembre) cayeron en sábado. Es decir, hubo dos días menos de alta frecuencia de homicidios que en 2020. A esto, hay que añadirle el hecho de que 2020 fue un año bisiesto y, por tanto, tuvo un día más que en 2021. Esto obviamente no explica todo, pero tiene que incorporarse al análisis.

Por último, hay un componente regional importante que merece ser mencionado. A nivel nacional, se registraron 876 menos víctimas de homicidio doloso y feminicidio en 2021 que en 2020. Pero en Guanajuato, la disminución fue de 960 víctimas. Asimismo, en la Ciudad de México, hubo 289 víctimas menos. Eso implica que, en la mayor parte del resto del país, el número de homicidios se mantiene estable o va al alza. Dicho de otra manera, la caída en la incidencia de la violencia letal en 2021 (si efectivamente ocurrió) no fue un fenómeno nacional. Se explica básicamente por lo sucedido en dos entidades federativas. Y se abre la pregunta de si se podrá mantener el ritmo de caída en Guanajuato y la Ciudad de México en 2022. Algunos datos recientes no apuntan en esa dirección: en el cuarto trimestre de 2021, ya no hubo disminución en el número de víctimas en Guanajuato con respecto al total del tercer trimestre.

En conclusión, no me parece que existan elementos para suponer que el país está en un punto de inflexión y que habrá una disminución sostenida de los homicidios en lo que resta del sexenio. La nota dominante sigue siendo, como desde hace cuatro años, la estabilidad en el total nacional de asesinatos. La curva sigue plana, en niveles elevadísimos.

En ausencia de una política específica y consistente de reducción de homicidios, es probable que así se quede por un buen rato más.

alejandrohope@outlook.com
Twitter: @ahope71

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