El jueves y el viernes de la semana pasada fueron días de noticias terribles. Entre otras cosas, sucedieron los siguientes hechos:

1. Diez integrantes del grupo musical “Sensación” fueron asesinados y carbonizados en el camino Mexcalzingo-Tlayelpan, en el municipio de Chilapa de Álvarez, Guerrero.

2. Un grupo de 150 hombres armados irrumpió en las comunidades de Las Pomas de Arriba y Las Pomas de Abajo, en el municipio de Madera, Chihuahua. El comando incendió 22 casas y 7 vehículos, y secuestró a un número indeterminado de personas.

3. Dos grupos criminales se enfrentaron a tiros en el municipio de Zirándaro, Guerrero, provocando la muerte de dos personas, la desaparición de diez más y el desplazamiento forzado de 143 habitantes de esa localidad.

Además de la violencia extrema, hay un elemento común en esos incidentes: la Guardia Nacional (GN) no estaba en el lugar de los hechos. Y no estaba porque, entre otras cosas, sigue siendo una corporación muy pequeña para la magnitud de las responsabilidades que le confiere la ley.

Según datos del último reporte oficial sobre despliegue y efectivos de la GN, dado a conocer el 17 de diciembre de 2019, la corporación contaba en ese momento con 74,437 elementos. En promedio, cada miembro de la GN debe vigilar 26 kilómetros cuadrados del territorio nacional. Eso significa en los hechos que, simple y sencillamente, la corporación no tiene medios para mantener una presencia continua en la mayor parte del país.

Pero, bueno, ¿No se resolverá eso cuando la GN alcance su tamaño máximo de 130 a 140 mil elementos en tres años? No del todo.

A manera de comparación, la Guardia Civil española tiene 78 mil elementos. La Gendarmería francesa tiene 100 mil miembros. Los Carabinieri italianos tienen un estado de fuerza de 110 mil integrantes.

Eso significa que, para alcanzar el nivel de cobertura territorial de la Guardia Civil española, la GN tendría que contar con 304 mil elementos. Para alcanzar el nivel de Francia, se requerirían 359 mil guardias nacionales. Para pegarle al nivel italiano, se necesitarían 730 mil.

Pero allí no acaba el problema. La Guardia Civil, la Gendarmería y los Carabinieri están desplegados fundamentalmente en zonas rurales y pequeñas poblaciones. Sus fines son básicamente de control territorial. Para las ciudades, esos países cuentan con policías nacionales, así como con corporaciones regionales o municipales (sobre todo, para funciones de orden público y buen gobierno).

La GN, en cambio, tiene despliegue amplio en zonas urbanas. En la Ciudad de México, por ejemplo, están ubicados 3442 elementos. En el Estado de México, una entidad fuertemente urbanizada, la GN tiene 8579 integrantes. En Chihuahua, en cambio, hay apenas 2025 guardias nacionales.

Eso, vale la pena decirlo, es parte del diseño de la institución, no un problema de arranque. Por ejemplo, en el Estado de México, se planea para 2020 la construcción de diez cuarteles de la GN en los siguientes municipios: Zumpango, Tultitlán, Ecatepec, Amecameca, Chicoloapan, Tecamac, Toluca, Soyaniquilpan de Juárez, Naucalpan y Atizapán. De esos municipios, solo dos pueden considerarse rurales.

Esto implica que, en el futuro previsible, la GN va a realizar funciones sustitutivas de las policías en zonas urbanas. Por tanto, dado el estado de fuerza de la institución en el presente y en lo que queda del sexenio, las zonas rurales van a seguir básicamente descubiertas.

La consecuencia es que la GN, aún si alcanza el tamaño máximo propuesto, va a ser incapaz de prevenir hechos como los ocurridos la semana pasada en Chilapa, Zirándaro y Madera.

Preparémonos por tanto para otros eventos similares.

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