Andrés Manuel López Obrador conoció a Daniel Chávez en uno de sus viajes al Caribe mexicano en 2018. El entonces candidato presidencial vio al dueño del Grupo Vidanta como un impulsor natural de sus proyectos de infraestructura, principalmente del Tren Maya, que cruzaría por cinco estados del sureste mexicano. La idea le gustó al empresario chihuahuense, quien quiso participar en su construcción, aunque ya en el gobierno, el Presidente le pidió que se quedara como “supervisor honorario”. Y le hizo un favor: el tren es un desastre y muy probablemente será uno de los elefantes blancos del sexenio. 

Chávez, cuya compañía tiene una cartera de 25 marcas de hoteles y resorts de lujo en México, creció como la espuma en la década previa al sexenio de AMLO, cuando los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto destinaron miles de millones de pesos a la promoción turística. Ser el operador de campos de golf más grande del país, además de convocar a la crema y nata, le sirvió hasta para cumplir caprichos presidenciales: Peña adoraba jugar en los campos de Vidanta diseñados por Jack Nicklaus

Se unió a la 4T, primero como asesor empresarial del Presidente, y luego como supervisor honorario del Tren Maya, porque pocos empresarios se resisten a estar cerca del poder político. Y ahora con el escándalo de José Ramón López Beltrán, la casa gris de Houston, los conflictos de interés y cómo se costea la vida en el extranjero, Chávez decidió entrar al juego y contratarlo en un despacho de abogados radicado en Estados Unidos. 

El presidente López Obrador reconoció que José Ramón trabaja en un despacho de los hijos de Daniel Chávez, pero como no tiene relación con su gobierno, tampoco hay conflicto de interés. AMLO le dio el beso del diablo su asesor empresarial, pues así como se quisieron desaparecer los rastros que llevaron a su hijo a un conflicto de interés con el contratista Baker Hughes, también se intentó desaparecer las huellas de los beneficios que su administración preparaba para el Grupo Vidanta. 

Entre los documentos que desaparecieron se encuentra el Proyecto de Operación, Administración y Explotación del Aeropuerto Internacional del Mar de Cortés, administrado por Vidanta, como un punto de acceso a sus centros vacacionales de Puerto Peñasco, Sonora, operados bajo las marcas Grand Mayan y Mayan Palace, en una superficie de casi 120 kilómetros cuadrados, la más grande de todos los complejos del grupo. 

Bajo el número 0871, la terminal aérea se encontraba enlistada en la plataforma “Proyectos México, Oportunidades de Inversión”, operada por la Secretaría de Hacienda y Banobras, para promover la participación de inversionistas privados en proyectos de infraestructura y energía que se encuentran aprobados para financiamiento público. 

El proyecto ‘Aeropuerto del Mar de Cortés’ se incluyó el 31 de noviembre de 2021, pero la información desapareció este fin de semana, justo cuando se dieron a conocer las referencias a la compañía KEI Partners, propiedad de Érika Iván Chávez, hijos de Daniel Chávez. 

En la misma página y muy cerca del proyecto aeroportuario de Vidanta aparece también otra invitación para invertir en el ‘Aeropuerto de Palenque’, aquel que ha sido calificado como un elefante blanco, pero que tiene la virtud de estar ubicado en la misma localidad que el rancho o la casa de descanso de AMLO. 

Este último proyecto fue enlistado, bajo el folio 0859, el 15 de noviembre de 2021, semanas antes de que se anunciara que también esta terminal será administrada por la Secretaría de la Defensa Nacional a través del Grupo Ferroviario-Aeroportuario y Servicios Auxiliares. También tendrá bajo su control la operación del Aeropuerto Felipe Ángeles, y los de Chetumal, Tulum. 

Llama la atención que el único proyecto de infraestructura turística y de transporte que no será operado por el Ejército, y para el que se tenían o se tienen contemplados recursos públicos de Banobras, es justamente el de la terminal aérea Puerto Peñasco, concesionado a la Operadora Aeroportuaria Golfo de Cortés SA de CV, de Daniel Chávez y su familia. 

También genera sospecha que, en la misma región, y en un terreno de 2 mil metros cuadrados donado por Daniel Chávez, la CFE invertirá mil 644 millones de dólares para construir el único proyecto de energías limpias en el que ha puesto el ojo la empresa de Manuel Bartlett: una nueva planta de energía solar que buscará satisfacer la demanda de electricidad del noroeste del país y del complejo turístico de Grupo Vidanta. 

@MarioMal 
mario.maldonado.padilla@gmail.com 

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