India es un universo. Más de tres millones de kilómetros cuadrados, mil trescientos millones de habitantes, cinco mil años de historia y cultura, todas las religiones del planeta.

Su sistema político es reflejo de esa complejidad: 29 estados, siete territorios, casi 800 legisladores en dos cámaras legislativas, siete partidos nacionales, 24 partidos estatales. Lo mismo vale para su aparato de seguridad: tan solo a nivel federal, cuenta con siete corporaciones policiales, además de nueve agencias de inteligencia e investigación. A esto hay que añadirle 29 policías estatales y una multitud de policías locales y metropolitanas.

Pero, en medio de esa diversidad, hay elementos unificadores. Uno es particularmente notable: el Servicio Indio de Policía (IPS por sus siglas en inglés). El IPS es un cuerpo de élite que provee mandos a todas las policías del país. Surgió como una institución del periodo colonial británico, pero fue conservado en la India independiente.

El ingreso al IPS es altamente competitivo. Es necesario contar con un título universitario y aprobar una serie de difíciles exámenes de admisión. Aproximadamente, 0.2 por ciento de los candidatos que se inscriben al proceso cada año ingresan al IPS.

Una vez admitidos, los reclutas deben pasar un año en la academia nacional de policía. Después de ese año, los nuevos oficiales tienen un periodo de prueba de un año en una corporación federal, un cuerpo estatal o una policía metropolitana. Los ascensos posteriores dependen de una evaluación rigurosa de aptitudes y desempeño.

Una vez asignados a una policía estatal o metropolitana, los oficiales del IPS dependen operativa y administrativamente de la jurisdicción correspondiente. Sin embargo, son rotados periódicamente para tratar de limitar el control de políticos locales sobre los mandos policiales.

Ese sistema no es perfecto. Los conflictos entre el IPS y los gobiernos estatales son endémicos. En años recientes, se ha tendido a debilitar la independencia del IPS y a fortalecer el control de los políticos locales sobre la policía. Asimismo, el profesionalismo de los mandos no se ha trasladado a grados inferiores de las corporaciones, donde prevalecen la corrupción y el uso excesivo de la fuerza.

No obstante, esta peculiar institución india demuestra que, en un sistema político federal, es posible combinar el control operativo local sobre las policías con la centralización de algunos procesos administrativos.

En México, llevamos más de una década debatiendo la ubicación del mando operativo de las policías, ya sea en los estados o en los municipios. Pero lo importante no es la ubicación del mando, sino la calidad de las policías. Hemos intentado infructuosamente forzar a gobiernos estatales y municipales a reformar a sus corporaciones. Tal vez sea momento de intentar un proceso de reforma nacional.

¿Qué significaría en la práctica? Crear un cuerpo nacional de policía. Varios procesos administrativos de las policías pasarían a ser responsabilidad federal. Por ejemplo, el reclutamiento de los policías, en vez de dejarse a estados y municipios, podría hacerse a nivel central. Lo mismo para la formación: se podría establecer una academia nacional, con campus regionales, que forme a todos los policías del país. Se podría crear un instituto de seguridad social para personal policial y ministerial, a la manera del que existe para las Fuerzas Armadas.

Para llegar allí, se podría empezar por formar centralmente a los mandos y garantizar un liderazgo homogéneo y altamente profesional en todas las corporaciones.

Para eso, no tenemos que voltear a Europa o Estados Unidos como modelo. Allí está India como ejemplo. Si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?

. @ahope71

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