En una conferencia virtual organizada por El Colegio de México, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, afirmó que los homicidios no pueden ser “el único parámetro para medir los resultados del gobierno en el ámbito de la seguridad pública”.

Eso es cierto, pero tal vez lo debió de haber pensado hace dos años. En el periodo de transición, vaticinaba reducciones dramáticas en el número de homicidios. En agosto de 2018, se planteaba los siguientes objetivos: “El primero (sería) dentro de seis meses. A los 180 días se hará un corte de caja que servirá para ajustar la eficacia de la estrategia. El segundo, dentro de tres años, en el que estima que los niveles de violencia serán los de un país de la OCDE... El tercer objetivo, al final de su mandato en 2024, será entregar un país en paz”.

Como lo expliqué en una columna publicada en esas fechas, tener niveles de violencia similares a los de un país de la OCDE implicaría una disminución de 85% en el número de homicidios desde los niveles de 2018. Creo que ya podemos dar por descontado que eso no va a suceder para 2021.

Pero, regresando a la sustancia, ¿qué otros parámetros, distintos al homicidio, se deberían utilizar para medir los resultados del gobierno federal en materia de seguridad pública? En otra columna de esos días, propuse cinco métricas específicas:

1. La calidad de las instituciones bajo el mando de la Secretaría de Seguridad

2. La confianza de la población en sus instituciones de seguridad y justicia

3. La percepción de seguridad de la población

4. La evolución en el número de denuncias de delitos (como una métrica directa de confianza en las instituciones)

5. La tasa de impunidad, particularmente en materia de homicidio doloso

En esos términos, ¿cómo vamos?

1. El actual gobierno destruyó a la Policía Federal y la sustituyó con la Guardia Nacional (GN). Hasta ahora, no hay evidencia concreta que ese cambio se haya saldado con una mejoría notable en cualquier métrica de desarrollo policial (reclutamiento, formación, profesionalización, carrera policial, remuneraciones, régimen disciplinario, etc.).

2. En la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana (ENSU) de diciembre de 2018, publicada por el INEGI, el nivel de confianza de los habitantes de zonas urbanas en la Marina, el Ejército y la Policía Federal eran, 87%, 84% y 67%, respectivamente. En la ENSU de marzo de 2020, la última disponible debido a la pandemia, los últimos comparables para la Marina, el Ejército y la Guardia Nacional fueron 88%, 86% y 76%. Es decir, hay un incremento significativo, pero no dramático, en el caso de la GN en comparación con la PF. Lo demás se mantiene en niveles similares.

3. En la ENSU de diciembre de 2018, 73.7% de los habitantes de zonas urbanas afirmaban sentirse inseguros en su ciudad. En marzo de 2020, el porcentaje comparable era 73.4%. Es decir, no ha habido mayor cambio.

4. En 2020, han disminuido notablemente las denuncias de delitos. Dado nuestro nivel de cifra negra (el porcentaje de delitos no denunciados), lo deseable sería que aumentaran. Pero la pandemia hace casi imposible la comparación con años previos.

5. En 2018, según un estudio de la organización Impunidad Cero, la impunidad en materia de homicidio doloso era 82% a nivel nacional. Aún no se tiene el análisis para 2019 y 2020, pero nada indica que haya habido una mejoría notable en ese indicador.

En resumen, el secretario Durazo tiene razón: el homicidio no es el único parámetro para evaluar los resultados en materia de seguridad. El problema es que, en otras métricas, tampoco hay muchas señales de éxito.

alejandrohope@outlook.com
Twitter: @ahope71

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