Cuando Rodrigo Ares de Parga llegó a los Pumas, lo hizo con un discurso que a muchos convenció, no sólo por querer regresar a las bases, sino por trabajar con jóvenes, defender aquella identidad que habían perdido y querer hacer de este equipo uno de los mejores.

El problema fue que, una vez más, a las palabras se las llevó el viento, y la falta de carisma, sus pésimos manejos y su poca reacción para afrontar las bajas, hoy lo tienen como uno de los dos o tres presidentes que no dejarán una huella importante en este club.

Además, habrá que ver en qué terminan los supuestos ilícitos en los que está metido, aun cuando no han podido ser confirmados, pero —en caso de comprobarse— lo dejarían peor parado.

El tema es más serio de lo que parece y esto va de la mano con un tema de lavado de dinero y, si se confirma, sería algo muy penoso para una institución de las más serias —hasta el momento— en la historia de nuestro futbol.

Hoy, a la mente sólo se vienen momentos dolorosos para sus aficionados, como las veces en que su odiado rival los dejó fuera de Liguilla, e incluso con goleadas, las cuales rompieron una relación entre aficionados y equipo. Heridas que no terminan por sanar.

Vendrá diciembre y, para muchos, el momento que tanto estaban esperando, ese instante en el que se vaya su actual presidente y venga alguien a buscar cumplir con todos aquellos sueños que sólo quedaron en discurso y que hoy se ven muy lejos de poderse cumplir.

 @Gusocalderon

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