Hay una parte del país que sí parece entender qué está ocurriendo con la estrategia oficial contra la inseguridad: el gobierno está pasmado. Quizá extraviado en el laberinto de ideas, concepciones, nuevas corporaciones, burocratismo galopante, intereses creados…

Esa parte que sí comprende son los criminales.

Ismael Zambada, El Mayo, el mayor veterano, con vida y en libertad, de los capos que fundaron las bandas del narcotráfico en los años 70, ha sido visto en Culiacán, la capital sinaloense, lo que no ocurría en las últimas tres décadas. A sus 71 años, El Mayo Zambada debe saber algo que el resto del mundo ignora. Por su biografía han desfilado los Caro Quintero, los Chapos, los Arellano y toda la nomenclatura del inframundo de las drogas. Ahí debió haber forjado una intuición que lo mantiene vivo y fuera de la cárcel.

Ese olfato debe decirle que la Policía Federal, que ahora conduce el secretario Alfonso Durazo, encara una nueva transformación en sus poco más de 20 años de existencia. En su mayoría será desmantelada para sumarse a la Guardia Nacional, donde policías civiles convivirán con policías militares y navales que no fueron formados, ni operativa ni estratégicamente, para enfrentar al crimen organizado. El presidente López Obrador ha presentado los primeros destacamentos, pero las leyes reglamentarias de la nueva corporación aun se discuten en el Congreso. Mientras tanto, parece existir un limbo, un vacío que es llenado con planes, documentos y discursos.

No se requiere ser experto en estos menesteres para imaginar la pesadilla que supondrá para Durazo ejercer —o simular— un mando civil por sobre las cabezas militares que, con o sin licencia de la Defensa Nacional, no se despojarán de la cultura, la tradición, el peso de la alta milicia, que después de 13 años de tener en sus manos el respaldo pleno para hacerlo, no ha logrado descifrar el enigma de cómo parar la violencia.

Para nadie es un secreto que en la Fiscalía General, que conduce Alejandro Gertz Manero, la historia es muy similar. La Agencia de Investigación Criminal ha cambiado de concepto, estructura e incluso de nombre tres veces en tres sexenios. Ahora Gertz le quitó atribuciones, le puso nuevos jefes, aplastó su espíritu de cuerpo. Nadie sabe qué resultará de eso.

Con todo, el aparato de inteligencia, civil y militar, ha dado algunas señales aisladas de eficacia, lo que parece una proeza en las actuales circunstancias. Algunas detenciones llamativas han sido llevadas a cabo; otros capos de relieve han caído bajo las balas en aparentes disputas entre grupos mafiosos.

Pero ayer nos enteramos que seguimos en la larga noche de las mafias. Según cifras oficiales, cada 24 horas casi 100 personas son asesinadas en el país, el panorama más grave desde que se creó el actual sistema de mediciones. Hay índices récord también en secuestros, feminicidios, infanticidios…

Nadie parece saber hacia dónde vamos. Bueno, algunos al parecer sí.

APUNTES: Como en el cuento-sátira “¡Viva Vargas!”, de Woody Allen (), donde un grupo revolucionario reflexiona sobre disolverse o montar una orquesta de rumba, el PRD en la Cámara de Diputados alista su extinción, tras ser diezmado en febrero pasado por la salida de nueve de sus 19 integrantes. Lo hacen previo acuerdo con Morena —alguno de ellos incluso fue recibido en oficinas secundarias de Palacio Nacional, acompañado de Mario Delgado. La mayoría ingresará al Partido Verde, cuyos líderes asumen que no hay vida fuera del presupuesto público. Entre la hojarasca quedará un par de ex perredistas “independientes”, uno de ellos Mauricio Toledo, cacique de la alcaldía capitalina de Coyoacán. ¿Nadie tuvo el estómago para afiliarlo?

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