Este Centro de Estudios organizó el “Coloquio de invierno” sobre el tema de la reconfiguración del orden mundial en el que participaron distinguidos analistas. Destacó el embajador Eduardo Roldán con el tema: La guerra y la paz en el siglo XXI. Un diplomático de carrera; ha realizado misiones en países como: China, Argelia, Libia, Mauritania, Túnez Corea del sur. En estos países siempre fui invitado a sustentar conferencias y seminarios.

En el evento antes mencionado analizamos su reciente libro, El mundo convulso de hoy, de obligada lectura. Es una radiografía para comprender el malestar en la globalización y formará parte del acervo del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo.

En el coloquio participó brillantemente el licenciado Rafael Medina, presidente de la Fundación Alfonso García Robles, Premio Nobel de la paz, presentando el libro de su autoría.

Por mi parte recordé que la Asamblea General de la ONU dictó la resolución 1803 del 14 de diciembre de 1962, lanzando el “decenio para el desarrollo”, que entre otros temas, contempló el derecho de los estados sobre la soberanía de sus los recursos naturales.

Expuse que en mi primera juventud asistí a la sesión especial de la Asamblea General de la ONU, para analizar la Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados, con una gran visión de Estado, fue impulsada por el licenciado Luis Echeverría Álvarez y Porfirio Muñoz Ledo, documento votado y aprobado el 12 de diciembre de 1974, por una abrumadora mayoría de la comunidad internacional. Fue la última llamada. El campanazo que recogió anhelos y esperanzas de los hombres de buena voluntad para consolidar la paz anhelada, una paz fundada en la justicia, la cooperación internacional, el respeto al derecho ajeno, a fin de preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida infringió a la humanidad sufrimientos catastróficos.

Al debate sobre la “Carta de la Paz” en la ONU se sumaron los países pobres, (el grupo de los 77, los no alineados y América Latina). México y China, que acababan de establecer relaciones diplomáticas, se encontraban ahí para relanzar el funcionamiento de la economía mundial, sustituyendo “el grillete del programa de ayuda al desarrollo”. La respuesta fue contundente. Queremos un “Nuevo Orden Económico Internacional”, no migajas ni limosnas, un espíritu renovador, donde los países pobres encuentren un camino de justicia y equidad ante las desigualdades lacerantes entre la opulencia y miseria. Los temas fueron: comercio justo, “no comercio libre”, transferencia de tecnología a países pobres, alivio de la deuda externa, participación de los países subdesarrollados al Fondo Monetario Internacional.

Hoy contemplamos una nueva Guerra Fría, rivalidades por medio de guerras arancelarias, por el control de los espacios comerciales mundiales y el ciberespacio. China va en trayecto de consolidarse en la región de Asia Pacífico como el nuevo centro de gravedad económica, su ritmo de crecimiento es del 7% anual ante la debilidad del crecimiento de Estados Unidos de un 2%.

Los presagios para el 2020 son impredecibles. Aparece una inestabilidad económica, universos de protesta ciudadana, es el caso de: Chile, Bolivia, Brasil, Venezuela, Argentina, Perú, Uruguay, en oriente estallidos sociales en Hong Kong y otras partes del planeta.

Un fantasma recorre el mundo que avanza a paso de cangrejo, ante la ausencia de políticas que se inspiren en el “desarrollo”, la cooperación y la justicia social. Los pueblos del mundo empobrecidos nos demandan educación, salud, trabajo y bienestar.

Habitamos un mundo de economía salvaje, llena de egoísmos, retorno al racismo, el odio y rencor. Esto nos puede llevar a la guerra.

Centro de Estudios Económicos y
Sociales del Tercer Mundo

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