La política mexicana ha quedado supeditada, según lo que se ve, al imperio de la imagen. Lo que queda grabado en video determina no sólo la posibilidad de una prueba legal, sino también la contundencia de un veloz enjuiciamiento y un veredicto público que hoy no sólo es capaz de condenar y sepultar a alguien en la ignominia por medio de su exhibición y difusión en internet y en redes sociales, sino que también el poder de las imágenes videograbadas hoy es capaz de modificar y alterar hasta la agenda del presidente de la República, que un día promovía y ensalzaba la importancia de los videoescándalos de corrupción del caso Lozoya y al otro día, cuando esos mismos videos alcanzaron a su familia más cercana, optó por hacer mutis y guardar silencio en ambos casos gráficos de corrupción.

¿Por qué López Obrador dejó de hablar y difundir pormenores y detalles de las acusaciones de Lozoya, sobre todo en lo que se refiere a la existencia de videos que prueban la corrupción escandalosa del pasado sexenio denunciada por el exdirector de Pemex? Las razones personales que haya tenido el Presidente sólo él y sus más cercanos la saben, pero lo que es un hecho es que el discurso presidencial, que pedía a todos los mexicanos enterarse de las denuncias de Emilio Lozoya y les reclamaba a los medios que no difundieran lo suficiente los videos y señalamientos, cambió de pronto y que ese cambio se dio tras la difusión del otro video, el que mostraba a su hermano más querido y cercano, Pío López Obrador, recibiendo dinero en bolsas de papel amarillas de manos de un operador del gobierno de Chiapas, David León.

Aquella mañana del 22 de agosto, un día después de que circulara profusamente el mencionado video de Pío y David Romero, fue la última vez que el Presidente se refirió a la importancia de los videos como elementos de prueba de la corrupción. El golpe y el mensaje que significó la difusión de ese video debió ser tan duro y fuerte para el inquilino de Palacio Nacional que desde entonces no volvió a mencionar ni el nombre de Lozoya ni la investigación que continúa realizando el fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, a partir de la declaración oficial que rindió el exdirector de Pemex con acusaciones puntuales y abundantes en contra de personajes de la política del sexenio anterior de todos los partidos políticos.

Fue tal la molestia y la sorpresa en el despacho presidencial que hasta ahí llegó David León, un día después de que se difundió el video que presuntamente él mismo grabó, para intentar dar explicaciones de la existencia de aquella grabación que cimbró a la Presidencia de la República. En privado el Presidente le reprochó al joven funcionario, que se había ganado su confianza y al que conocía desde aquella época en que entregaba “apoyos al movimiento”, por qué había grabado y cuál era el objetivo de dejar un registro de la entrega de aquellos “apoyos”. “¿Qué pretendías, por qué lo grababas, por qué le preguntabas que sí yo sabía, cual era tu objetivo?”, le repitieron una y otra vez a David León, que en ese momento era defenestrado del pedestal en que lo había colocado su interlocutor y veía cortarse de tajo una carrera política tan meteórica como prometedora que estaba por llevarlo de la Coordinación del Sistema Nacional de Protección Civil a encabezar una nueva Coordinación de Medicamentos y Vacunas que tendría el poder y el presupuesto equivalente a una secretaría de Estado.

David no fue el único regañado y defenestrado. A Pío López Obrador su aparición ingenua en aquellas grabaciones, donde sacaba cuentas y anotaba en su Biblia negra lo que le habían entregado y lo que faltaban de entregarle, le costó también perder el lugar privilegiado de cercanía, operador de confianza y, sobre todo la de “hermano favorito”, que fue la que más debió dolerle. A Pío se le impuso, desde el escándalo, la frialdad de la distancia y la consigna de que si la investigación ordenada por su propio hermano arroja alguna responsabilidad de tipo legal o algún delito que se pruebe, tendrá que responder ante la justicia.

La única relación cercana que tenía con alguien de su familia se vio severamente dañada por la molestia que provocó en el Presidente el que su hermano preferido haya sido tan ingenuo para no darse cuenta que lo estaban grabando y que, en cada uno de los más de 15 videos que se menciona existen con la imagen de Pío recibiendo recursos económicos, no se haya percatado de que le estaban tendiendo una trampa. Porque la relación que Andrés Manuel tenía con sus otros hermanos nunca fue tan directa y cercana como la que tenía con su hermano menor (el que fue bautizado con ese nombre en honor al Papa Pío XII) y al que siempre apoyó y se apoyó en él para promover su proyecto político en el sureste. “De manera respetuosa les pido votar por Pío López Obrador, para diputado federal, no sólo porque es mi hermano. Se trata de un ciudadano ejemplar, es un dirigente honesto, comprometido con las causas más nobles de nuestro pueblo”, decía el ahora Presidente en el 2009 para apoyar la candidatura de su hermano en aquellos comicios.

Lo que sucede en Macuspana con la corrupción y el desvío de 233 millones de pesos, en los que se vio involucrada su cuñada, la regidora Concepción Falcón, esposa de Ramiro López Obrador, sin duda le incomoda al Presidente, tanto que ayer cometió el exceso de llamar “pasquín inmundo” al diario que difundió a ocho columnas la noticia. Pero no le afecta tanto por su hermano Ramiro, con quien hace años no tiene relación, sobre todo después de que, como dirigente del PRD en Tabasco y antes como alcalde del mismo ayuntamiento de Macuspana, se viera involucrado en señalamientos de desvíos y corrupción. Tampoco le afecta o le preocupa lo que haga o deje de hacer Arturo López Obrador, el priista de la familia que en 2016 apoyara al candidato tricolor a la gubernatura, Héctor Yunes, lo que le valió una acusación de “traidor” por parte de Andrés Manuel, que en aquella ocasión declaró “Yo ya no tengo hermanos”.

Pero lo cierto es que con Pío nunca dejó de cultivar no sólo la hermandad y el afecto familiar, sino una relación política de confianza que lo convirtió en un operador de todas sus confianzas, tanto que recolectaba los “apoyos” que por distintas vías le llegaban al “movimiento” lopezobradorista no sólo para financiar su proyecto político sino para la subsistencia del entonces candidato y el mantenimiento de su querido rancho “La Chingada”.

Hoy los dos protagonistas del video están no sólo defenestrados y caídos del ánimo presidencial, sino consultando con abogados una posible responsabilidad legal ante fiscalías por posibles delitos electorales. A David León le cortaron las alas políticas y perdió la enorme confianza que había ganado en el despacho presidencial, mientras que a Pío le ha costado más que un cargo o una carrera política. Por lo pronto el silencio no sólo del Presidente sino hasta del fiscal Gertz Manero, que de pronto le bajaron el volumen y el tono al caso Lozoya, confirman que hoy en la política nacional, como en la televisión y ahora también en el internet y las redes sociales, “la imagen manda”. Y parafraseando la consiga de Cristo, cuando la gente apedreaba a María Magdalena (Juan 8:7): “El que esté libre de pecado, que tire el primer video”.

NOTAS INDISCRETAS…


El miércoles 2 de septiembre, en un departamento del diputado federal Luis Mendoza, un grupo de legisladores del PAN se reunieron para hacer una fiesta. El motivo del festejo era celebrar que habían impedido el intento de Gerardo Fernández Noroña de tomar por asalto la Mesa Directiva y que dos de sus compañeros blanquiazules, Xavier Azuara y Karen Michel González, habían quedado como vicepresidente y secretaria, respectivamente, en la misma mesa. Hasta un exclusivo complejo de condominios por el rumbo de Xoco llegaron para festejar varios panistas luego de terminada la acalorada sesión de aquel miércoles. Y al calor de los brindis y el festejo, a todos se les olvido el riesgo de reunirse en tiempos de la pandemia. Uno a uno, todos los asistentes a aquel festejo empezaron a anunciar que tenían Covid y que habían dado positivo a la prueba. Hoy Karen, Luis, Carlos Castaños y Daniel Mendoza forman parte de la cifra de 39 diputados contagiados en San Lázaro, donde los ven como los iniciadores del brote que se dio a conocer el 9 de septiembre, cuando la noticia llegó hasta el pleno y fue tal la alarma que la presidenta de la Mesa Directiva, la priista Dulce María Sauri Riancho, mando sanitizar la tribuna. Hasta antes de esa fiestecita, que terminó siendo “fiesta Covid”, la incidencia de casos activos entre los diputados era de 1.8% del total y hoy es del 6.5%. Ni hablar, la fiesta tuvo sus consecuencias… Hoy el presidente López Obrador llega a Jalisco para inaugurar, por fin, la Línea 3 del Tren Ligero de Guadalajara, una de las obras que dejó inconcluso el gobierno de Peña Nieto y que no sólo se retraso más de 3 años en su entrega, sino que tuvo un sobrecosto de casi el 50% del presupuesto original. Desde su primer visita a Jalisco, en marzo de 2019, López Obrador prometió que terminaría la obra y la entregaría, lo que ocurrirá con más de un año también de retraso, aunque al final ocurrirá. Va a ser interesante el encuentro entre el Presidente y el gobernador Enrique Alfaro, sobre todo porque en la víspera el mandatario jalisciense expresó su inconformidad con el Presupuesto Federal 2021, presentado por el secretario de Hacienda a los diputados esta semana. Alfaro dice que a los estados les reducen las participaciones y recursos, mientras el gobierno federal echa mano de nuevas fuentes de ingreso que no comparte con las entidades federativas. En fin, que el gobernador le tiene preparada una presentación y una explicación “técnica y civilizada” para tratar de convencer al Presidente de que reconsidere los recursos que les va a dar el próximo año a los estados. ¿Será que lo convence?...Los dados mandan Serpiente Doble. Semana complicada.

Google News