Carlos Salazar Lomelín es un empresario de bajo perfil, pero de gran eficiencia. Más de 45 años en FEMSA, el conglomerado más exitoso de México y Latinoamérica, le permitieron forjar buenas relaciones, pero sobre todo lo consolidaron como uno de los directores generales más productivos de México. Se le atribuyen muchas de las compras estratégicas de la empresa y la expansión a nuevos mercados, así como el impulso de marcas como Oxxo y el negocio principal de la compañía: Coca-Cola FEMSA.

Carlos Salazar tuvo como mentor a uno de los empresarios más astutos e influyentes del país: José Antonio Fernández, su amigo inseparable y líder del poderoso Grupo de los 10 de Monterrey. Junto con él se aventuró en muchos negocios que resultaron exitosos y llevaron a FEMSA a la cima. La convirtieron en una máquina de hacer dinero y de generación de empleos. Hoy, Salazar Lomelín está a punto de tomar otro gran reto: presidir el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la cúpula de cúpulas del sector privado, con la encomienda de unir al gremio y tender puentes con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La campaña presidencial dejó muy desgastado al CCE y al Consejo Mexicano de Negocios (CMN). Varios de sus integrantes se enfrentaron con AMLO y este les respondió con una serie de latigazos tras ganar la elección, entre ellos la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la intención de regular las comisiones bancarias y modificar la ley minera. El último coletazo a este influyente grupo de empresarios, principalmente agrupados en el CMN, lo dio 15 días antes de su toma de protesta, con el anuncio de un nuevo Consejo Asesor Empresarial de la presidencia.

Ayer le pregunté a Carlos Salazar sobre este Consejo en el cual figuran poderosos empresarios que no forman parte del CMN, entre ellos Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca; Olegario Vázquez Aldir, director general del Grupo Imagen Multimedia; Carlos Hank Rohn, de Banorte y Gruma; y Miguel Alemán Magnani, presidente de Interjet. “Me parece muy bien, entre más personas estemos ayudando al Presidente, mejor. Me voy a acercar a ellos si llego a la presidencia del CCE; a todos los conozco y son empresarios muy valorados”.

La primera tarea de Salazar Lomelín será unir a los empresarios y darles voz a los que no la tienen actualmente. López Obrador está decidido a generar nuevos liderazgos empresariales que velen por los intereses de sectores económicos y regiones que no han estado representados por el 1 por ciento que controla más de la mitad de la riqueza del país.

La unidad del sector, dice Salazar Lomelín, es la prioridad. “Vamos a actuar como una sola voz, los grandotes y los chiquitos, todos tienen que estar representados. Vamos a convocar a todos para que participen desde cualquier ámbito”.

Los decanos del CMN, Claudio X. González y Alberto Baillères, y los liderazgos más jóvenes, como el actual presidente de ese Consejo, Alejandro Ramírez, y Eduardo Tricio Haro, quemaron sus naves en la campaña electoral. Era claro que para que esta y otras cúpulas empresariales agrupadas en el CCE pudieran hacer un borrón y cuenta nueva necesitaban de un líder desligado, al menos en el imaginario de AMLO, de este grupo.

Salazar Lomelín, sin embargo, no es para nada ajeno al grupo. En el consejo de BBVA Bancomer convive desde hace varios años con Alberto BaillèresAlejandro RamírezLuis RoblesFernando Chico Pardo y Jaime Serra Puche. Además, es un buen amigo de Alfonso Romo, presidente de la Oficina de la Presidencia. Estudiaron juntos en el Tec de Monterrey.

La operación cicatriz de los empresarios con Andrés Manuel López Obrador tiene una primera aduana en las entrañas de la iniciativa privada. Una vez que Carlos Salazar logre reagrupar al empresariado de altos vuelos y a los que no están representados, habrá una relación en mucho mejores términos con el nuevo gobierno. Eso es lo que Poncho Romo les ha planteado.

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