En una democracia, los poderes legislativo, ejecutivo y judicial deben ser independientes entre sí, a fin de que la justicia sea imparcial, impedir el abuso de poder y limitar los alcances del ejecutivo cuando así sea necesario. Por ello, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), entidad de la Cámara de Diputados, es decir, del poder legislativo, es la máxima autoridad fiscalizadora de las cuentas públicas.

Hace unos días, la ASF dio a conocer las irregularidades en los programas sociales implementados por el (des)gobierno de Andrés Manuel López Obrador, así como los resultados reales en cuanto al costo por la cancelación del (nunca nuevo) aeropuerto de Texcoco, uno de los primeros berrinches presidenciales cuya «consulta ciudadana» fue un completo fraude que nadie paró. Como réplica, escuchamos el ya cansino «Yo tengo otros datos». Andrés soltó su verborrea de cómo todo es parte de la estrategia malévola que trata de provocar la mala imagen de la cuarta metamorfosis.

El 30 de enero de 2020 hablaba respecto al informe presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía acerca del poco crecimiento económico del país. Andrés Manuel dijo: «Yo tengo otros datos». De acuerdo con él, las mediciones estaban basadas en parámetros o índices modificados previamente durante el periodo neoliberal. ¡Claro, es que así nunca va a coincidir! ¿Por qué no mandó cambiarlos cuando tomó posesión? En resumidas cuentas, dijo que nada es cierto y que en México «hay bienestar».

Ya sea que se le cuestione sobre violencia, desempleo, feminicidios y demás estudios realizados por instituciones gubernamentales (no partidistas), él siempre tendrá otros datos. Qué bueno que tenemos certeza de algo. Charles Darwin dijo alguna vez: «La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento».

En 1999, los psicólogos de la Universidad de Cornell (Nueva York) publicaron un estudio acerca de la relación entre la vanidad y la estupidez. A esto lo denominaron «efecto Dunning-Kruger», y se refiere a aquellas personas cuyo nivel intelectual y cultural es bastante bajo, sobreestiman sus propias habilidades y se ven cegados para reconocer las habilidades reales de los demás. En su estudio, los resultados arrojaron que de todos los individuos analizados, los menos inteligentes se creían estar entre los mejores. Estas personas tienden a tomar las decisiones equivocadas, llegar a conclusiones erróneas y no darse cuenta de nada de ello. O sea, que se creen más listos que los demás, pero no se dan cuenta de su propia estupidez. En otras palabras: tiene otros datos.

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