Por más que a los futboleros, o socceros, nos fastidien las comparaciones, es evidente que el Super Bowl alberga los secretos mejor guardados del espectáculo. Su marketing y excelencia deportiva combinadas con la forma tan maquiavélica que han generado en sus entornos para simbolizar la batalla más grande bélica deportiva en 100 yardas y en un show montado del poder de la cultura estadounidense.

No me quiero clavar de más, tampoco generaré una batalla innecesaria del alcance de audiencias que hay en México comparándolo con un Dorados vs Chivas de Copa, la realidad es que es tan fuerte la agenda que mueven que realmente provocan que el mundo hablé del evento, de lo que rodea ese día, ese súper domingo. Mi experiencia en Miami ha sido fascinante.

El Opening Day es una maravilla para que prensa y aficionados convivan, hagan show para todas las audiencias, después los especializados siguen preguntando y los protagonistas contestando. Luego llega el comisionado y monta mejor el show de las instituciones, que no es otra cosa que los mensajes fácticos de las corporaciones más poderosas de EEUU, para que después Shakira y JLO sigan haciéndonos bailar.

Eso sin contar la cantidad de fiestas y lugares montados, en lujosos hoteles, bellas playas de Florida; el color de una ciudad en movimiento y espacios urbanos artísticos, hacen que esta semana sea tan rentable en todos los sentidos.

¡Bienvenidos, bienvenidos! Al show time de la NFL

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