Elena Garro (1916-1998) fue una mujer y escritora difícil de comprender. Su vida, constantemente mediada entre el rencor y el odio, fue la resultante de su fallido y tormentoso matrimonio, pero también de persecuciones ficticias, incomprensiones y un amor intolerante e inescrutable. Su nombre resuena desmesuradamente en México con gran vigor, como la caída de un rayo en un sitio seco y abandonado, Garro es ese rayo que quiebra el silencio y trastoca los sentidos.

Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma
Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma

Era brillante a la hora de escribir, ruda con sus decisiones, siempre determinante. Los recuerdos del porvenir, que, a propósito de su nueva edición en Alfaguara, permite llegar a toda Hispanoamérica, es también una edición con una visión diferente y rinde homenaje a su trayectoria, rompiendo el inexplicable olvido de la obra de Elena Garro. Es una edición que abre puertas para que países del sur puedan entender y estudiar su obra, y así salvarla del despeñadero adonde fue arrojada luego de muerta.

Junto a Octavio Paz, quien fuera su esposo durante veintidós años, engendró a Helena Paz Garro. Su hija vivió constantemente entre dos ciclones, nació un día después del cumpleaños de su madre y falleció un día antes del centenario de su padre, lo que comprende al periodo interno no es más que una disputa inacabable y a menudo incomprensible. Pese a la distancia que los separaba, Paz reconoció siempre su obligación como padre y apoyó a ambas, aunque su exesposa se empecinara en dinamitarlo. Antes de que muriera, Garro dejó claro que había una persona a la que jamás soportó: “Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí indios contra él. Escribí política contra él; en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él. En la vida no tienes más que un enemigo, y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”.

Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma
Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma

“Era mágica y adictiva, pero vivía contra sí misma”, señaló Elena Poniatowska, quien fuera amiga de la familia y quien, hasta hace unas semanas en la Feria Internacional del Libro del Zócalo, a propósito del homenaje que se le rindió a Elena Garro, añadiera un comentario hacia ella: “No sé por qué se empeñó en decir que nadie la quería. Tuvo muchos enamorados. Paz no fue su perseguidor. Se pobreteaba toda la vida. Ella cometió esa estupidez”.

Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma
Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma

Durante su matrimonio con Octavio Paz, Elena Garro se aventuró en el adulterio y comenzó una relación sentimental con Adolfo Bioy Casares, quien entonces estuviera casado con Silvina Ocampo. Su relación progresó, emitía destellos de un gran porvenir, pero las nubes de Paz los asediaban, se convirtió pronto en un cielo nocturno difícil de desplazar. No obstante, la relación se vio fuertemente deteriorada por los celos de Elena, el amor caducó luego de repetidas disputas y una despedida apresurada, en la que Garro tuvo que exiliarse en Europa por las aseveraciones del 2 de octubre de 1968, en donde acusaba a los intelectuales de izquierda de haber generado la masacre estudiantil. Años más tarde, Helena Paz comenta en su libro Memorias, la relación de su madre y Casares; sobre el hijo de ambos que estaba en camino y cuyo nacimiento eclipsó Octavio Paz.

“Ese niño, legalmente es mío. Cuando nazca se lo voy a mandar a mi madre. Y si tú te vas con Bioy, no vuelves a ver a Helena, pues el diplomático y el que tiene el poder soy yo. La embajada me apoyará, ¡Pobre estúpida!”, advirtió Paz. “Fue cuando mi madre renunció al niño y decidió abortar con su médico, el doctor Lievain, a quien no le simpatizaban ni Bioy ni mi padre”, confesó Helena.

Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma
Elena Garro: una mujer mágica y adictiva, pero en una guerra constante contra sí misma

Después de 20 años de autoexilio, Elena Garro regresó a Cuernavaca para quedarse, lugar en donde moriría a los 77 años, debido a una insuficiencia respiratoria. Su sepelio fue triste y desértico, pocas personas asistieron, entre ellas su hija. A la medianoche ya no había nadie.

Garro murió a solas, asediada por sus fantasmas y los recuerdos que no la dejaban respirar. Sin embargo, dejó un legado en las letras mexicanas y ahora, aunque apartada del canon, Garro demuestra que, incluso luego de muerta, su obra sigue generando ruido. Deja un repertorio invaluable en sus obras como La semana de colores, Los recuerdos del porvenir, Andamos huyendo Lola, Reencuentro de personajes y otros títulos igualmente notables.

"Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra. La veo y me recuerdo, y como el agua va al agua, así yo, melancólico, vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo, rodeada por las hierbas, encerrada en sí misma y condenada a la memoria y a su variado espejo. La veo, me veo y me transfiguro en multitud de colores y de tiempos. Estoy y estuve en muchos ojos. Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga".

Los recuerdos del porvenir (1963), Elena Garro.

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