Hace unas semanas trascendió que Nintendo había obligado a diferentes sitios en internet a bajar los ROMs (archivos) para emuladores de todos los juegos publicados para sus consolas. Este acto generó un gran debate sobre el futuro y preservación de los videojuegos, tanto como productos y como obras intelectuales.

Vale la pena aclarar que el reto de crear y mantener funcional un emulador en informática, no es un acto de ilegalidad, muchas personas trabajan en este tipo de software para preservar y/o mantener programas de todo tipo a pesar de que su hardware se haya perdido.

Este es un esfuerzo legítimo de preservación. Sin embargo el debate se abre cuando hablamos de los derechos de autor en los programas que se busca correr en cada emulador. Técnicamente usar un archivo en un emulador, no es una infracción a los derechos de autor, sin embargo la distribución, venta, renta o reproducción de la obra original, sí lo es.

Esto provoca un gran debate sobre la existencia de los emuladores, debate que ni la misma OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) no ha podido resolver por el poco concenso relacionado a la naturaleza del videojuego y su aún ambiguedad entre producto de consumo o producto cultural.

Con los videojuegos hay muchos temas por resolver, tenemos la de encontrar una sola entidad en un producto que encierra varias ideas de propiedad intelectual, las que van relacionadas con su idea original (personajes, historias, mécanicas) y las que se relacionan con la idea de su desarrollo (componentes, motores gráficos, texturas); también está el resolver si el videojuego es un producto meramente de consumo o vale la peba clasificarlo como una entidad de determinada cultura, como por ejemplo el cine o la música, este es un debate abierto sobre todo por la creciente industria relacionada.

A pesar de todo muchas personas defienden el derecho al acceso a los videojuegos, no con un fin de piratería, sino como una opción para preservar y con ello jugar las obras del pasado.

Y es un hecho, muchos videojuegos “retro” son prácticamente inaccesibles para muchas personas en formato original, y es solo con las herramientas de emulación que se puede tener acceso, esto provoca que se pidan soluciones alternativas al cierre de los sitios de distribución de ROMs en internet.

La idea es muy simple, si Nintendo protege sus propiedades intelectuales, entonces que sea la propia Nintendo la que de una alternativa legal para poder obtener sus propiedades intelectuales.

Sin embargo el problema no es tan simple, ya que al ser obras que pueden incluir distintos derechos, cada título tendría que ser evaluado para cubrir a todos los dueños de la propiedad intelectual. El debate seguirá, por lo pronto desde esta columna, apoyamos la posibilidad de emular sin buscar un beneficio más allá de la preservación y el acceso a esos videjuegos que podrían llegar a perderse

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