En las semanas recientes hemos vivido una experiencia cinematográfica como hace mucho no experimentábamos: ha vuelto a las pantallas un personaje conocido por todos, con una larga trayectoria en los cómics y en el cine, pero esta vez vino para sacudir el espíritu de todos, no solo de quienes hemos ido a ver Joker más de una vez, también de quienes todavía no se dan ese regalo, pues todos a su alrededor tienen algo qué decir de la película más polémica en lo que va del año.

La actuación de Joaquin Phoenix no para de estar en boca de todos. El trabajo del actor ha sido sorprendente y tiene todos los méritos que se podrían atribuir, desde adelgazar más de veinte kilogramos, hasta encarnar de una forma sin igual a quien después sería el antagonista del Hombre Murciélago.

Pero es importante recordar que el “Guasón” de Todd Phillips y Phoenix no es la peor pesadilla del enmascarado. Arthur Fleck es un enfermo mental que desarrolla una sociopatía derivada de algunos acontecimientos violentos, secretos revelados y episodios de gran depresión.

La película es una obra maestra del séptimo arte y en los días recientes ha sido el tema también de toda clase de memes y comentarios que involucran a la gran saga por la cual todos habían apostado y cuyo gran final vimos este año: Avengers.

Lo que mucho se comenta es que, sin ninguna sospecha ni aviso previo, Joker llegó a desbancar en todos los aspectos a los famosos superhéroes. Es a la fecha la película con clasificación para adultos con más audiencia en la historia, y sus cifras de ganancia (tomando en cuenta costos de producción) se acercarán mucho a las de los Vengadores, sin mencionar siquiera las posibilidades de sostener la estatuilla dorada de La Academia.

Hay que tomar en cuenta que la última entrega de los superhéroes tuvo el respaldo de una campaña de mercadotecnia de niveles galácticos y el elenco es de los más numerosos del cine (y cuenta con algunos premios Oscar). Mientras que el Guasón llegó como escondido y nos sorprendió a todos con esas características carcajadas, pero es él solo.

Parece que a pesar de la espera y la emoción que causan los héroes con poderes y habilidades especiales, su contraparte impacta más en la sociedad actual. Quizá sea porque la figura del superhéroe es una a la cual muchos quisieran aspirar o forma parte de sueños de la infancia que permiten revivir (o vivir a través de ellos) la fantasía de salvar al mundo.

Sin embargo, hemos visto que el villano que no quería ser malo es capaz de generar más empatía por parte del público, especialmente este incomprendido social. Es probable que nuestro inconsciente nos llame a entender a los “malos” de la historia, los personajes que tienen un pasado difícil, que enfrentan situaciones duras, que son desdichados y que parece que tienen sus razones para ponerse la máscara que eligen.

No es que prefiramos ser guasones a vengadores, pero es cierto que la mayoría puede sentirse más cerca de entender al primero que a los segundos. Es fácil admirar a alguien que vuela o controla el rayo, pero la realidad es que el mundo está lleno de payasos que, a pesar de lo negro del paisaje, buscan poner una sonrisa en su cara.

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