Uno de los deportes favoritos de los mexicanos es analizar cómo somos, qué nos falla, por qué somos como somos, para qué cosas somos buenos y en qué aspectos de la vida de plano no damos una. Este deporte se realiza en las sobremesas, en las reuniones familiares, en las columnas de los diarios y, más recientemente, en las conferencias mañaneras. El caso es que, sin ningún método de por medio, intentamos saber qué tipo de país hemos construido y por qué.

Hace unos días en el Aspen Institute México organizamos una mesa de reflexión sobre las filias y las fobias de los mexicanos. Las preguntas fueron muy precisas: ¿qué nos gusta más de nosotros, de qué estamos orgullosos como nación y de qué aspectos nos avergonzamos y odiamos más de nuestra manera ser y de actuar? A este ejercicio, que continuaremos en el 2020, lo he denominado El Laberinto de la Soledad 2.0. Desde que apareció el famoso ensayo de Octavio Paz, no ha habido un estudio serio y contundente sobre la identidad, la psicología y la personalidad de este curioso bicho que llamamos mexicano. En los próximos meses intentaremos llenar ese vacío para saber a ciencia cierta cuáles son las actitudes predominantes, el peso de la historia, la visión que tenemos del futuro, qué pensamos de nuestra clase gobernante, cuál es nuestro verdadero potencial y en qué medida nos influye la mirada del mundo, entre otros factores.

En este primer ejercicio apareció una fotografía —todavía medio borrosa— de lo que más nos gusta y más nos exaspera de nosotros mismos.

Los aspectos que nos gustan más y nos dan fuentes de orgullo fueron: la gastronomía, la diversidad y riqueza cultural, la alegría natural, la familia, la resiliencia, la solidaridad en momentos de crisis, la capacidad de reírnos de nosotros mismos y la forma como nos hemos insertado en la globalidad sin perder el carácter nacional y la originalidad de nuestra cultura.

Por contraste, las características que más nos avergüenzan y nos lastiman resultaron ser: la corrupción, la violencia, la obesidad y falta de actividad física, la impunidad, el machismo, el racismo soterrado, la solemnidad fatua de nuestros liderazgos, el compadrazgo, la dificultad que tenemos para reconocer el éxito ajeno, la discrecionalidad con la que se aplican las leyes, buscar la culpa y la responsabilidad de lo que ocurre siempre en los otros, la reducida cantidad de patentes, invenciones y descubrimientos científicos y tecnológicos, la envidia y la búsqueda constante de pretextos, sea en la historia, las creencias religiosas o el mestizaje, para esconder nuestras debilidades.

Esta es apenas una primera aproximación sobre el carácter de los mexicanos en los tiempos actuales. Si México fuese una persona y formulara sus propósitos de año nuevo, estas fortalezas y debilidades nos ayudarían a comprender lo que queremos lograr y cómo nos gustaría ser. A mediados de año tendremos completo el estudio y nos pondrá, por primera vez desde el texto de Paz, frente al espejo de lo que somos como nación.

Deseo a todos los lectores que en 2020 logremos en conjunto exaltar nuestras virtudes y disminuir y entender mejor el origen nuestras fobias.

Director General Ejecutivo
del Aspen Institute

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