“Hay derrotas que tienen más dignidad que la victoria.” Jorge Luis Borges

 Francamente, seré un pesimista, pero no veo el festejo por ningún lado, hemos sido vapuleados, sometidos y humillados. Me cuesta trabajo entender la “dignidad intacta” cuando llegamos, a priori, débiles y disminuidos.

¿Habría sido mejor un arancel de 5 por ciento?, no lo sé, citaré una frase que marcó mi mente el viernes por la mañana, horas antes de la pírrica victoria, no es mía sino de Luis Ernesto Derbez: “No me quiero pelear, mi tren es más chico que el tuyo, cuando esto acabe mi tren quedará destruido, pero el tuyo se descarrilará”. ()

Nadie quiere una guerra comercial con el gigante del comercio en el mundo, mucho menos México, su número uno después de China, pero lejos de ganar la guerra, esto que la Cuarta vende con bombo y platillo como el David frente al Goliat no pasa de un espejismo efímero, el atole con el dedo para los que menos tienen, una compra de tiempo a sobreprecio pueril por el aplauso que se desvanece en proporción a cuarenta y cinco días.

¿Qué viene en julio, con la campaña de Trump a tope?, ¿en sus discursos por la Casa Blanca dirá que nos ha sometido y nos metió en cintura mientras aquí elevamos los dedos con la “V” de victoria para decir que somos dueños de nuestro silencio? ¿Qué viene en julio con, al menos, 30 mil seres humanos más confinados en la frontera a la espera de una resolución de asilo norteamericano que tardará años?, pero, voy más allá: ¿qué viene en diciembre con, al menos, medio millón de personas más en la máxima condición de miseria mamando de un país seco por los labios del populismo?... ¡Menudo escenario!

Estamos en el peor de los escenarios a mediano y largo plazo, vaciamos la casa por la ventana en pos de un festejo que se transformará en polvo tan pronto, tan rápido, que del mismo no quedará ni el recuerdo.

Sí, vaya que existen derrotas más dignas que la victoria, decidimos firmar un cheque en blanco con el diablo mientras pedimos a Dios, literalmente, que nos ilumine un escabroso destino…

Pero, aún en el más bajo círculo del infierno, existen vericuetos para los aventurados que buscan una oportunidad. Podríamos convertirnos en un ejemplo mundial en materia de migración, limpiar el conjuro en la maldición del término para, de verdad, sin ocurrencias de palestra, buscar la aplicación de la ley apegada a los derechos humanos.

Aquí veremos la diferencia entre los estadistas y los merolicos.

Suerte, para todos.

DE COLOFÓN.— Me quedé corto. La friolera de 10,302 millones de pesos por hacer de Quique una estrella más del canal de los estrellados… Ya entendí el porqué ellos “tenían otros datos”.

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