Para el Presidente, las personas pobres son “como los animalitos”. Sí, sí lo dijo el viernes 29 de marzo. EL UNIVERSAL hizo la transcripción por si alguien tiene dudas:

“Esa es otra diferencia con los neoliberales. Ellos quisieran que todo se pagara. No les gusta la gratuidad. Para ellos la educación gratuita, la atención médica, los medicamentos gratuitos, todo es populismo, paternalismo […] Pusieron de moda una frase ‘enseñar a pescar, no regales el pez’ (sic) ¿Cuántas veces usaron eso? Claro que hay que enseñar a pescar, pero también la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre, esa es la función del gobierno. Hasta los animalitos, que tienen sentimientos, ya está demostrado… ni modo que se le diga a una mascota ‘a ver, vete a buscar tu alimento’. Se les tiene que dar su alimento. Pero en la concepción neoliberal todo eso es populismo, paternalismo.”

Sé que, dada la cantidad, resulta muy difícil dar seguimiento a todas las malas decisiones y barbaridades. Y más difícil es indignarse por cada una: no nos alcanzaría la energía ni el buen humor. Pero ésta me pareció muy importante, porque como decimos los abogados: “a confesión de parte, relevo de pruebas”. En esas palabras está su verdadera filosofía social. Para él, los pobres son comparables a los “animalitos”, pero como él es muy buena persona, reconoce que “tienen sentimientos”. Esos “animalitos” necesitan comer, por supuesto. Los malvados “neoliberales” piensan que, para ello, deberían trabajar. Pero él, bueno hasta el tuétano, sabe que no es así. Los pobres tienen que recibir su sustento del gobierno, porque así como no se le dice a una mascota “vete a buscar tu alimento”, López Obrador no puede decirle a una persona que vive en pobreza “sal adelante con tu esfuerzo”.

Pero no se conformó con decir eso. Después de una diatriba contra “el Fobaproa” remató diciendo que todo eso era “humanismo”.

No, presidente. El humanismo político es otra cosa, porque parte del reconocimiento de la dignidad de la persona. Para el verdadero humanista, todo lo que cosifica al ser humano y lo quiera convertir en objeto sin libertad, sin criterio y sin voluntad es contrario a la dignidad. Además, para el humanismo la libertad se manifiesta con las obras, primordialmente en el trabajo. Es decir, el ser humano lo es en tanto que es capaz de utilizar su mente, su fuerza y su talento para crear y mejorar su entorno y el de los demás.

Además, el humanismo, el verdadero humanismo cree en el principio de subsidiariedad, que significa que la comunidad debe ayudar más ahí donde hay más necesidad, pero eso no implica que el “papá gobierno” o cualquier otro que se crea superior llegue a sustituir la libre iniciativa de las personas. Tanta sociedad como sea posible y tanto Estado como sea necesario. El humanismo cree que la ayuda debe prestarse cuando sea necesario, en la medida de lo necesario, durante el tiempo necesario, en donde sea necesaria y a quien la necesite. Cuando la ayuda se presta de manera interesada, generalizada y con el propósito de manipular, no es ayuda, es, en efecto, populismo, paternalismo, corporativismo, mesianismo y todo eso que tanto le irrita al presidente que le digan que es. Y eso no sólo no resuelve la pobreza, sino que tiene además un efecto corruptor en el ciudadano, quien pierde de vista su propia dignidad y se somete al poder del gobernante que, con dinero ajeno, con dinero de los ciudadanos, se autoerige de manera soberbia en “salvador” de los pobres. Eso es profundamente inmoral y, desde luego, es absolutamente contrario a la doctrina humanista.

Así que no hay que dejarse engañar. Si el presidente compara a los mexicanos pobres con “animalitos”, comete una falta de respeto para ellos y para todos nosotros. Y si encima viene a contarle que piensa eso porque “él es humanista”, olvídelo. Es añadir ofensa a la herida. Eso es populismo y engaño puro.

 

 

 

 

Abogada

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