Creaciones ambos del expresidente Carlos Salinas de Gortari, contemporáneos en el liderazgo de dos de los sindicatos más poderosos de México y de América Latina, Elba Esther Gordillo Morales y Carlos Romero Deschamps mantienen una cercana relación y recientemente se reunieron para comer y conversar, el pasado 3 de diciembre, en el departamento en Polanco, propiedad de la maestra en el edificio que se ubica en la esquina de Campos Eliseos y Galileo.

Aunque ninguno de los dos está en su mejor momento, y ambos fueron defenestrados del enorme poder político y económico que detentaron por más de dos décadas al controlar, ella el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el segundo el Sindicato de Trabajadores Petroleros, el encuentro entre Gordillo y Romero Deschamps confirma dos cosas: la primera que el exlíder petrolero no se ha ido de México, huyendo de una posible investigación de sus cuentas y su fortuna personal y familiar, como se había especulado; y la segunda es que tanto la maestra como Romero siguen activos políticamente y moviéndose quizás en busca de recuperar el poder perdido.

Al encuentro, pasado el mediodía, llegó el exdirigente del sindicato petrolero convocado por la profesora Gordillo Morales. Fue, según fuentes cercanas a ambos personajes, “una comida de amigos” en la que “se habló de muchas cosas, además de política”. Después de más de dos horas en privado, Romero Deschamps salió del departamento y se retiró del lugar.

De los temas que ahí se hablaron o los asuntos que los convocaron solo los dos comensales lo saben, pero está claro que el momento de esta reunión coincide con dos proyectos políticos que en este momento animan a los dirigentes sindicales aparentemente en el retiro: Elba Esther en su intento por obtener el registro de su nuevo partido político, Redes Sociales Progresistas, que encabeza su yerno, Fernando González, y que aunque ya concluyó las asambleas necesarias aún enfrenta un litigio que está por resolver el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por la titularidad de la dirigencia partidista con el creador de RSP, Juan Ivan Peña Nader; mientras en el caso del Sindicato Petrolero, Carlos Romero Deschamps sigue controlando a la dirigencia provisional que encabeza su compadre Manuel Limón Hernández, en espera de que se convoque a nuevas elecciones para renovar la dirigencia sindical.

Seguramente el tema sindical es parte de lo que motivó ese encuentro porque, en el contexto de la nueva reforma laboral, ahora no sólo obligatoria por las leyes mexicanas, sino por la inspección y monitoreo constante de Estados Unidos en el marco del T-MEC, a través de sus “agregados laborales” y de los mecanismos de panelistas para interponer controversias contra empresas y sindicatos que no cumplan con las nuevas disposiciones laborales y de libertad sindical, tanto Elba Esther como Carlos Romero tienen intereses que cuidar aún en el SNTE y en el STPRM. La maestra no quita el dedo del renglón e insiste, a pesar de que ya no tiene ni la fuerza ni las condiciones, en buscar participar en una elección abierta y por voto directo para la presidencia del sindicato magisterial, mientras que para el petrolero es claro que, aún desde afuera y ya sin el poder formal, Romero Deschamps buscaría impulsar a un dirigente a modo en una votación abierta y por voto secreto.

No es la primera vez que se juntan para tramar algo Gordillo y Deschamps. En  2009, ambos dirigentes, entonces en la cúspide de su poder, fueron hasta Canadá a buscar a Napoleón Gómez Urrutia que estaba en el exilio. Llegaron enviados por el presidente Calderón y por un grupo de empresarios del sector minero que los mandaron como emisarios para hacerle una tentadora oferta a Gómez Urrutia para que renunciara a la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Mineros: “100 millones de dólares, a cambio de abandonar la dirigencia sindical y de que te eliminen las acusaciones penales en tu contra”, ofrecieron la maestra y el dirigente petrolero, según ha narrado el hoy senador por Morena y presidente de la Comisión del Trabajo.

Hoy, cuando ya no tienen el mismo poder, es muy probable que Elba y Carlos estén tratando de sumar fuerzas para volver por sus fueros, algo que no se ve fácil para ninguno de los dos porque para el gobierno del presidente López Obrador y para la reforma laboral de la 4T, hoy no sólo prioritaria sino de “vida o muerte” por el TMEC y la supervisión política de Estados Unidos, tanto la exlideresa magisterial como el exdirigente petrolero simbolizan, precisamente, lo que quiere erradicar la administración lopezobradorista: la corrupción y el charrismo sindical que enriquecieron a los líderes mientras manipulaban y empobrecían a los trabajadores.

NOTAS INDISCRETAS…

A propósito de Elba Esther, han sido varios los conductos y varias las ocasiones en que la maestra ha pedido e intentado ser recibida por el presidente López Obrador y en todas la respuesta que ha recibido ha sido la misma: “el presidente no puede recibirte”.  Se lo dijeron sus amigos Alfonso Romo, Esteban Moctezuma, Julio Scherer y hasta Marcelo Ebrard. Pero la maestra, dicen, no quita el dedo del renglón, porque quiere ofrecer “una alianza política al presidente y a su proyecto de transformación del país”. Podrá pasar todo el sexenio y no entrará al despacho presidencial, dicen los cercanos a López Obrador, que no de ahora, sino desde el 2006, cuando la maestra Gordillo lo buscó incansablemente a través de Manuel Camacho y Ricardo Monreal, cuando las encuestas lo daban como favorito para la Presidencia, con ventaja de 10 puntos, y en aquellos intentos, como ahora, la respuesta fue la misma: “No la voy a recibir, porque si yo la recibo 5 minutos ese encuentro me costará 5 puntos del PIB”. Entonces, para el candidato tabasqueño el tema era el dinero, hoy es la imagen de corrupción con la que, por ningún motivo, quiere asociarse el presidente. Los dados mandan Escalera doble. Subimos.

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