Debe ser a partir de ahora la nueva Selección Nacional, dejar a un lado a quienes la desprecian cuando no les conviene acudir. Quitando a Carlos Vela, quien siempre ha tenido un discurso congruente y honesto, hay muchos otros a los que no les gusta la Copa Oro, pero cuando viene la época de la Copa del Mundo hacen todo para estar vestidos de verde. Así son la hipocresía y la doble moral.

Posterior al partido contra Venezuela en el magnífico y espectacular estadio de los Falcons de Atlanta, Gerardo Martino dará la lista de 23 futbolistas que componen la nómina para la Copa Oro, un torneo que para varios futbolistas —fue evidente— representó poca cosa. Entre bajas premeditadas y lesiones, Gerardo Martino tiene hoy a 27 futbolistas y deberá dar de baja a cuatro. Raúl Gudiño y Uriel Antuna parecen los seguros que no llegarán al verano estadounidense, y los otros dos dependerá mucho de la condición física de Carlos Salcedo y José Iván Rodríguez. Si están aptos para jugar, seguramente las bajas recaerán en César Montes y Carlos Rodríguez.

Será la Copa Oro el torneo del verdadero cambio, no sé si generacional, pero sí de nuevas caras de futbolistas. Es la época perfecta, sin los que renunciaron por vanidad, para que otros adquieran un rol protagónico. La gran prueba para Raúl Jiménez, Orbelín Pineda, Rodolfo Pizarro y Luis Montes, futbolistas que no han dado el estirón en Selección Nacional, pese a su buen momento en sus respectivos clubes.

Martino sabe que ganar la Copa Oro es fundamental para su propia tranquilidad. No se podría entender que se volviera a fracasar en un torneo en el que los rivales son de tan poca monta que espanta que no se gane siempre que se participa. Por eso, esta cadena de bajas debe generar un descontrol y molestia. Nunca podría haber pensado que llegó a un país donde a la Selección Nacional solamente la usan algunos para ganar dinero explotando su imagen y les vale tres reverendos pepinos ganar, perder o participar en torneos menores.

El certamen está encaminado, como siempre, para que la final sea México vs. Estados Unidos. Se encuentra planificado de esa forma para mantener intactos los intereses económicos de la Concacaf. Lo único malo es que no siempre les sale. Hace dos años, la final fue Jamaica vs. Estados Unidos; hace cuatro, México vs. Jamaica; hace seis, Estados Unidos vs. Panamá. Así que han pasado nueve años que no sale el Plan A de la confederación y todo se debe a la poca seriedad y capacidad de entendimiento del torneo regional.

Intereses económicos separan a la Selección Mexicana de una zona de verdadera pasión por el futbol. Conmebol y Concacaf deberían convivir unidas y hacer un torneo, pero la avaricia de que sea en Estados Unidos a como dé lugar, lleva a seguir jugando este torneo que solamente quita, nunca da.

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