Anoche senadores del PRI y de Morena aterrizaban los términos de los cambios al dictamen de la Guardia Nacional que hoy será sometido a votación en el pleno. En el estira y afloja de la negociación, ya entrada la medianoche estaba claro que, con un transitorio que fijará entre 5 y 4 años la permanencia de las Fuerzas Armadas en las calles y adiciones a la redacción para reforzar el carácter civil de la Guardia, no sólo en su mando cupular, sino también en su estructura operativa —con acotamientos civiles y controles a la participación de mandos militares en las Juntas que dictarán su funcionamiento— la suma de los votos del partido gobernante y sus aliados, más la de algunos priistas alcanzarán la mayoría calificada para aprobar la reforma constitucional propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

La estrategia de la bancada de Morena, comandada por Ricardo Monreal, de guardar hasta el último momento la aceptación de los cambios al dictamen para amarrar el voto de los priistas funcionó y será hasta hoy en el pleno cuando se conozca qué tanto cedió el gobierno y su partido para lograr la aprobación mayoritaria de la Guardia Nacional, luego de que los morenistas determinaran no negociar en comisiones y llevar la negociación hasta la parte final del pleno, en la lógica de que “si les dábamos desde el principio algo a los del PRI nos iban a pedir más”, por lo que llevaron los cambios hasta que estuviera asegurada la votación en el pleno.

El PRI, por su parte, aunque nunca dejó de negociar y su coordinador Miguel Ángel Osorio Chong obtuvo al final la mayor parte de las modificaciones que puso como condición, también la bancada priista se vio presionada para sacar la negociación a favor de a Guardia, luego de que varios gobernadores, como el de Sinaloa, Quirino Ordaz, el de Guerrero, Héctor Astudillo, y el del Estado de México, Alfredo del Mazo, operaron con los senadores de su partido para garantizarle votos a favor a la iniciativa de López Obrador, de tal modo que a Osorio y a Claudia Ruiz Massieu no les quedara más que cerrar la negociación si no querían verse rebasados por el voto de varios senadores que acataron la “sugerencia” de los gobernadores de sus estados.

Al final, entre pequeñas concesiones de Morena y mínimas condiciones del PRI, se impuso la política en la que todos ceden y ninguno se lleva todo. Hoy, cuando se someta el dictamen constitucional a segunda lectura, quedará todo listo para que la mayoría Morena-PRI —que sus críticos volverán a llamar el PRI-Mor, que le suena bien a Yeidckol Polevnsky— haga realidad la creación de la Guardia Nacional por la que tanto presionó el presidente López Obrador con una reforma a su gusto, aunque con cambios menores.

Y así, Ricardo Monreal, que llevó sin duda una negociación política impecable con el PRI, se cuelga una parte de la medalla porque le cumplirá al presidente lo que le ofreció: sacarle su reforma sin las modificaciones que le hicieron en la Cámara de Diputados y que tanto molestaron a López Obrador; pero la otra parte de la medalla también le corresponde a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y a todo el gabinete de seguridad que también hicieron una operación decisiva con los gobernadores del PRI a los que convencieron de apoyar incondicionalmente la propuesta presidencial.

Luego de que se vote en el Senado, y si no hay cambios o rupturas de última hora, el dictamen de la Guardia Nacional regresará a San Lázaro donde Morena, especialmente su coordinador Mario Delgado y el diputado Pablo Gómez tienen la instrucción precisa de “ya no hacerle ningún cambio”, por aquello de que vuelvan a hacer enojar al presidente y los vuelva a regañar y a exhibir en pública. Y es ya seguro que la votación en Diputados será a favor, con la nueva mayoría calificada que alcanzará la bancada morenista con la reciente adhesión de los 9 desertores del PRD, 8 declarados “independientes” y uno afiliado ya a Morena, para que entonces sí, sólo quede el trámite de los 16 Congresos Estatales que deberán validar la reforma constitucional que dé pie al nacimiento de la controvertida Guardia Nacional.

Y ya en un par de meses vendrá el segundo round de las leyes reglamentarias, para las que mañana mismo, en el Senado podrían quedar aprobados los lineamientos generales de su contenido. Y entonces sí, ya con la Guardia en funciones a más tardar en 6 meses, comenzará la cuenta regresiva para la pacificación que prometió, “en tres años”, el presidente López Obrador y su secretario Alfonso Durazo.

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