La principal causa de que la contaminación traiga afectados nuestros pulmones es el recorte presupuestal sin inteligencia, la austeridad de carnicero, y la falta de conocimiento a la hora de aplicar la tijera.

Nada nuevo tiene que esta época sea propicia para los incendios, pero sí cambia, con respecto a otros años, que la Comisión Nacional Forestal (Conafor), como tantas otras dependencias del gobierno federal, padeció una reducción de una tercera parte de su presupuesto.

Como el carnicero novato que no es capaz de distinguir entre el muslo y cadera, igual fue que la Secretaría de Hacienda tomó la decisión de mutilar los recursos de la Conafor, sin indagar, ni medir consecuencias.

No es que las cosas estuviesen de maravilla durante la administración pasada. El descuido con los temas forestales fue enorme por parte del gobierno de Enrique Peña Nieto. La tala sin restricción de árboles, por un lado, y la falta de atención a las causas de los incendios hizo que recientemente la primavera se nos haya vuelto maldita, por infernal.

Sin embargo, en vez de estudiar la situación, de preguntar ordenadamente a los que saben, de reencausar lo que estaba fuera de cauce, las nuevas autoridades decidieron proceder con una sola medida: mutilar el presupuesto y con ello disminuir drásticamente el número de brigadistas dedicados al combate de los incendios.

En un reportaje publicado el día de ayer por El Sol de México, funcionarios de la Conafor confirmaron que, debido a la mutilación ordenada por Hacienda, esa dependencia redujo por mitad el personal eventual que es clave para estas épocas.

Por ejemplo, para atender los bosques de Durango sólo hay por estos días 16 brigadistas responsables de una superficie aproximada de 9 millones de hectáreas. Esto quiere decir que un solo brigadista debe hacerse cargo de poco menos de 600 mil hectáreas. La tarea es simplemente imposible. Durante la administración anterior el número de brigadistas rondaba el número de los 33; eran insuficientes, pero por lo menos había uno por cada 300 mil hectáreas.

El mismo reportaje señala como caso extremo el de Baja California donde la Conafor cuenta únicamente con dos brigadistas para atender las zonas boscosas donde se encuentra el observatorio de San Pedro Mártir.

Esta es la principal explicación para comprender por qué, durante el pasado fin de semana, se registraron 21 mil 800 incendios, que han arrasado con flora y fauna en muchas regiones del país, y nos tienen a las poblaciones padeciendo infecciones respiratorias bastante serias.

Las autoridades de las ciudades afectadas, por ejemplo la capital, están tratando el asunto como si el problema fuera provocado por las emisiones de los automotores.

Lo hacen así porque no cuentan con protocolos de otro tipo —la gravedad de los incendios nunca había sido tan amplia— pero, sobre todo, porque la autoridad responsable, que debería dar respuesta, se esconde detrás de la densa nube de humo.

La emergencia tendría que ser atendida por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, encabezada por Josefa González-Blanco Ortiz-Mena. Se esperaría que ella saliera en defensa de la Conafor y sus funcionarios, de los brigadistas, de los presupuestos, en fin, de lo que sea, para demostrar al menos conciencia de la circunstancia.

En cambio, ella está en otra cosa. Ayer por la noche envió el siguiente mensaje por las benditas redes sociales:

“¡Mañana es un día histórico! Llegará a #IslasMarías el primer grupo de jóvenes provenientes de los Pueblos Originarios de Oaxaca al Centro Transformativo de Educación y Cultura Ambiental ‘Muros de Agua: José Revueltas’. (Ahí) los recibiré.”

ZOOM: ¿De plano? El país arde en llamas y la secretaria del Medio Ambiente se va a las Islas Marías a festejar sus muros de agua. Recemos todos al dios Tláloc porque los responsables de la política prefieren jugar matatena, mientras el bosque se incendia.

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