Estos últimos días se ha comentado acerca de la propuesta del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador de quitar los famosos “puentes” o “fines de semana largos” que tantos mexicanos esperamos de vez en cuando.

Esta práctica inició en el 2005, durante el periodo de gobierno de Vicente Fox, quien promovió que los asuetos por fechas conmemorativas se recorrieran al lunes previo, con la finalidad de tener fines de semana de tres días. Con esta medida se permitiría que millones de familia aprovecharan estas fechas para salir a vacacionar, especialmente al interior del país, lo que significa buenas noticias para el turismo.

Quizá pueda sonar extraño, pero la generalidad de los mexicanos no se queja cada vez que una de esas fechas se acerca. Son bien recibidas y muy bien aprovechadas, ya sea para descansar o para realmente salir de la rutina y de casa.

El único argumento de Andrés Manuel es que “no hay memoria histórica”, pero la culpa no es de los puentes ni del turismo. La responsabilidad de que la gente no sepa qué se celebra cada uno de estos días viene de muy abajo y muy detrás.

Por una parte, está el sistema educativo, todo él, desde los docentes, las metodologías, los padres de familia y los alumnos. Sabemos bien que la historia no es una materia del agrado de la mayoría, y si no se ha logrado que los niños sepan la historia de su país es porque las técnicas no han funcionado por años. Otra cosa es la total falta de interés de los alumnos.

Ninguno de los actores políticos y sociales de este país se esmera en forjar una identidad patriótica que nos dé bases históricas y de conocimiento de nuestras raíces; ni los políticos (Que son los que más viven de la patria) ni los maestros, ni los medios de comunicación. Así es, también las estructuras mediáticas forman parte indispensable de la ideología de un pueblo. Pero lo que el gobierno permite fomentar desde los medios son programas que perpetúan los peores estereotipos de los mexicanos (Gracias Televisa y TV Azteca).

Así que quitar los puentes no será la solución para crear esa “memoria histórica” (De la cual seguro quiere formar parte). Lo que sí provocará será la caída del turismo y de la economía nacional. Además, es obvio que es otra tonta pantalla para desviar la atención de los graves problemas del país. El señor pretende poner curitas a las heridas más profundas de México a base de berrinches con tintes autoritarios.

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