Terminó una Liguilla digna de la Cuarta Transformación, con evidente austeridad ofensiva de quienes buscaron alzar la copa de campeón. No se recuerda una fase final tan aburrida, sin pasión y sin colorido, partidos llenos de estrategias calculadoras en vez de buscar ofender al rival, masacrarlo y humillarlo. Fue todo lo contrario: una definición de pobreza futbolística se les puede aplicar a los ocho equipos que clasificaron a la fase final del Clausura 2019.

Para muestra, lo ocurrido en los últimos ocho partidos de esta Liguilla, que —como siempre bajo este formato— constó de 14. En esos 720 minutos de juego apenas se marcaron siete anotaciones, muy poco para una etapa en la que se supone viene lo mejor del torneo. Eso es lo que se encargan de presumir los propios jugadores y directores técnicos —además de los medios de comunicación—, pero ésta resultó un gran fiasco, porque el espectáculo le importó tres reverendos pepinos a sus participantes.

Siete de esos ocho juegos finalizaron 1-0 y el 0-0 de anoche en León. Tenía nueve años que un juego de vuelta de la final no acababa sin goles. La más reciente ocasión fue en el Bicentenario 2010, entre el Toluca y el Santos Laguna, serie que los Diablos Rojos se llevaron en una dramática serie de penaltis.

Ni cuando la posición en la tabla era factor de desempate o los goles de visitante hubo partidos agradables, dignos de una afición que suele soportar meses de futbol rácano con la esperanza de desahogarse en la Liguilla, pero ahora no sucedió.

Tampoco cuando en la final se quita todo eso; es decir, no hay pretextos para defender lo visto durante las últimas tres semanas en el futbol mexicano. Replantear la Liguilla podría ser una buena idea en el verano, cuando se junten en Cancún para solucionar todos los problemas que han vivido durante este último año futbolístico. Porque es un hecho que ha sido decepcionante lo visto durante esta fase final.

Pero Tigres es un justo campeón, ellos no tienen la culpa de lo sucedido, porque aprovecharon las condiciones de su plantel y las ventajas que les ofrecía el reglamento por terminar la fase regular en la segunda posición de la tabla. Solamente marcaron cuatro goles en esta Liguilla, pero apenas recibieron tres y eso les bastó para levantar el trofeo de campeón, séptimo en la historia de la institución y quinto en esta década, para confirmarse como el equipo más ganador de este época.

Con Ricardo Ferretti al mando, los felinos han construido una dinastía desde el Apertura 2011, en el que le ganaron la final al Santos Laguna. Son cinco coronaciones, y serían siete, de no ser por el América (Apertura 2014) y el Guadalajara (Clausura 2017). No hay duda de que son el club que mejor trabaja en la actualidad, por más que sus formas no gusten a muchos. Eso es lo de menos.

Ya alcanzaron a los Pumas y al propio León con siete títulos de Liga, en el quinto lugar histórico. No tardan mucho en rebasarlos e igualar al Cruz Azul (ocho).

Mención aparte merece Ricardo Ferretti, quien igualó a Ignacio Trelles con siete trofeos de campeón como entrenador. Nadie tiene más en México, con lo que confirma ser ya una leyenda de nuestro futbol.

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