Alguien tendió una honda trampa a Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía durante la administración de Enrique Peña Nieto.

En julio de 2018, Pemex presentó una denuncia de hechos ante la Procuraduría General de la República, acompañada de evidencia que señala como presuntos responsables de cohecho, entre otros, al propio Pedro Joaquín Coldwell, cuando aún era presidente del Consejo de Administración de esa paraestatal.

Así lo exhibieron los reporteros Peniley Ramírez y Gerardo Reyes en una notable pieza de investigación publicada por Univisión el día de ayer.

Se trata de la misma evidencia que por esas mismas fechas fue exhibida en los Estados Unidos y que, entre otras cosas, incluye 26 horas de grabación obtenidas por detectives privados que, haciéndose pasar por inversionistas, interrogaron a altos funcionarios de Pemex sobre las malas prácticas de la empresa.

Hay algo que de plano no cuadra en esta historia: ¿Cómo explicar que el jurídico de la paraestatal haya acudido ante el Ministerio Público para exhibir evidencia contra su presidente del consejo de administración –Joaquín Codwell– sin que esa persona se haya enterado?

Afirman los reporteros de Univisión que cuando buscaron una reacción a este respecto, el exministro respondió que no estaba enterado de nada. ¿De qué, en concreto, no estaba enterado? ¿De la corrupción que hundió a la principal empresa estatal mexicana? ¿De las operaciones irregulares que Emilio Lozoya Austin orquestó en contra el patrimonio de Pemex? ¿De las grabaciones que señalan, no solo al director de la paraestatal, sino también a Joaquín Coldwell de haber sido sobornado? ¿O de que el jurídico de Petróleos Mexicanos lo acusó ante la Fiscalía General sin haberlo informado?

Quien queda mejor parado en este desaseado asunto es Rodrigo Loustaunau, el apoderado legal de la empresa, quien, en efecto, presentó la denuncia de hechos ante la Procuraduría. En cambio, cabe preguntarse cómo procedió frente a este mismo asunto el órgano interno de control de Pemex, la dirección de la paraestatal y el propio consejo de administración. No resulta creíble que solamente el jurídico tuviera noticias. Y, en este mismo orden de ideas, tampoco resulta verosímil que las secretarías de Hacienda o Función Pública hubiesen desconocido los hechos denunciados.

En este caso la desmemoria de Pedro Joaquín Coldwell es tan sospechosa como la del resto de los responsables de velar por Pemex. O todos fueron cómplices de cohecho, o bien todos los mencionados son increíblemente ineptos: el órgano interno de control por no haber procedido de manera similar a como hizo el jurídico, el consejo de administración (incluido su presidente), la dirección de la paraestatal, las secretarías de Hacienda y Función Pública y también la PGR que, hasta donde se sabe, enterró la denuncia hasta el día de hoy.

Sin afirmar o desechar la corrupción que muestra este episodio, cabe también suponer que los directivos de Oro Negro, al verse perdidos, diseñaron –a la manera del Conde de Montecristo– una venganza implacable contra sus presuntos verdugos.

No solo mandaron espiar a los altos funcionarios de Pemex, sino que echaron a andar la maquinaria y los procedimientos que llevarían las cosas hasta el punto donde hoy se encuentran.

Con la evidencia mostrada por los periodistas, y también la que está en manos de la autoridad, hay elementos suficientes para que se celebre una investigación a fondo por parte de la nueva Fiscalía General.

De acuerdo con la promesa que hizo el presidente López Obrador, desde su toma de posesión, no hay manera en que la denuncia referida siga durmiendo el juicio de los justos. Ésta fue realizada antes de que tomara posesión el mandatario y por tanto debe continuar su curso y encontrar, si los hay, a los culpables de la quiebra en que se halla Petróleos Mexicanos.

ZOOM: En estos días, la principal fuente de información a propósito del cohecho y la corrupción de Pemex proviene de Oro Negro, una empresa que, sin ninguna ingenuidad, está conduciendo, como el Conde de Montecristo, a cada uno de sus victimarios hacia el precipicio.

@ricardomraphael

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