Supongamos que eres un juez y tienes que resolver un caso en el que el imputado es el mismo hombre que metió a la cárcel a tu tío al dar a conocer unos videos. Supongamos que el caso que tienes que resolver es el de un grupo de abogados que después sacaron de la cárcel a ese mismo tío. 

¿No tendrías un conflicto de interés y razones de sobra para excusarte? 

Esto es lo que debió hacer el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino de Dolores Padierna, cuando el miércoles le tocó llevar la audiencia inicial a los abogados Juan Araujo y César González —que sacaron de prisión a René Bejarano—, acusado en su momento por Juan Collado, quien hoy acusa a esos y otros abogados de querer extorsionarlo. 

Hasta un bebé sabría que ese juez no puede resolver un caso como el que, a pesar de la cantidad de pruebas presentadas y su contundencia, Delgadillo decidió sobreseer esta semana. 

El caso iba a terminar golpeando fuertemente al ex consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, y es probable que el presidente haya optado por darle impunidad a su ex mano derecha para evitarse problemas. 

Pero también es muy conocida en el medio abogadil la influencia que tiene Scherer sobre el aparato de justicia, construida a lo largo de los años. Es muy probable que esto aún le permita al ex consejero gozar de un trato VIP en los tribunales. 

Antes de ser funcionario público, Scherer ya era un influyente broker dentro del sistema de justicia, especialmente de la Ciudad de México; actuaba como un mediador entre grandes clientes, despachos de abogados y jueces, para obtener resoluciones favorables, como esas que no suenan lógicas, pero suenan metálicas. 

En la justicia federal y local más de uno le debe favores a Scherer. No hay que olvidar que el ex consejero operó el nombramiento de dos ministros de la Corte: Yasmín Esquivel y González Alcántara, con quien este último tiene una cercanísima relación. Tampoco es un dato menor que este ministro despachó alguna vez en el bufete de Araujo y uno de los imputados en el caso Collado es algo así como su sobrino predilecto. Otra casualidad. 

El propio ministro Zaldívar le debe también a Scherer haber operado para conver tirse en presidente de la Corte. Desde allí, tuvo que dejarlo actuar a sus anchas, y su principal operador en el Consejo de la Judicatura, Carlos Alpízar, se puso prácticamente a las órdenes del ex consejero. Hoy existen sospechas de que Alpízar parece haberse hecho muy rico. Otra casualidad. 

Otro caso es el del magistrado Rafael Guerra, quien preside del tribunal superior de justicia en la ciudad, a cuya esposa, Eva Verónica de Gyvés, Scherer Ibarra incluyó en la terna para fiscal, para ministra de la Corte y luego ayudó a ser consejera de la judicatura. Otra casualidad más. 

No es claro hasta dónde todas estas y otras autoridades del Poder Judicial puedan o quieran dejar desprotegido a Scherer. 

Aunque el exconsejero y sus socios hayan obtenido una pequeña victoria esta semana, el caso Collado —que no termina aquí— es uno más de esos que reflejan un modus operandi de presuntos negocios judiciales, extorsión, tráfico de influencias y uso de jueces a modo, que el ex consejero habría orquestado. 

Pero espere usted a ver lo que se viene con Cruz Azul y el rol que habría jugado en ello el despacho Barradas, gracias a los favores prestados por jueces y magistrados en la tan descompuesta justicia de la Ciudad de México. 

Lejos de haber terminado, esta historia apenas está comenzando. 

www.hernangomez.com.mx
@HernanGomezB

 

 

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