Mucho se ha hablado sobre el primer debate presidencial, pero resulta imposible dejarlo de lado. Es el tema de la semana y merece ser analizado. En esta ocasión me centraré en la imagen física de los candidatos.

Si se parte de un análisis superficial se puede decir que los cuatro candidatos y la candidata presidencial acudieron vestidos correctamente. Todos apostaron por un código formal y trajes en colores oscuros.

El código es correcto para un evento que se realiza el domingo por la noche, pero da la casualidad de que los debates presidenciales no solo son eventos formales, son eventos de campaña, son eventos pensados para el pueblo, aunque la imagen de los aspirantes presidenciales se transmita a través de una pantalla de televisión, computadora o celular. Si los candidatos tuvieran asesores visionarios les hubieran recomendado dejar de lado el código formal y vestir como si fueran a un mitin político.

En los eventos de campaña existe un código fundamental: cercanía con el pueblo. Lenguaje accesible a todos y ropa que comunique cercanía, que anime a cualquiera a saludar e interactuar con el candidato.

Nada de eso ocurrió: los candidatos privilegiaron el código formal, se fueron a la segura, con códigos de vestimenta que hacen rememorar debates presidenciales de los años 60 o 70 del siglo pasado.

Pero en la época del “homo videns”, en lugar de conectar con su audiencia parecían lejanos y hasta soberbios. El único que se arriesgó, aunque no con su vestimenta sino con su desenvolvimiento escénico, retador, con su léxico popular, fue “El Bronco”.

En pocas palabras: en imagen física no se puede hablar de ganadores, porque todos perdieron.

MARGARITA ZAVALA

Apostó por un traje sastre en color oscuro y un rebozo blanco, que se ha convertido en un signo distintivo de su vestimenta. Era Margarita Zavala, la de siempre. Si su discurso estaba enfocado a la mujeres, como lo intentó demostrar en sus intervenciones pudo apostar por un código de vestimenta más femenino.

Al lado de cuatro hombres enfundados en traje oscuro parecía demasiado masculina, especialmente, porque optó por quitarse el rebozo. Se puso unos grandes aretes, pero no la favorecían, la hacían lucir mayor, como se demostró en el meme que la comparaba con el personaje de “Chabelita”.

Un vestido o un traje sastre con falda, que combinara colores claros y oscuros, pudo ser una apuesta acertada.

Llevar el cabello ondulado fue su único acierto, porque transmitía amabilidad y cercanía.

Los candidatos no saben vestir
Los candidatos no saben vestir

JOSÉ ANTONIO MEADE

No le pensó dos veces y apostó por un traje oscuro de corte clásico, camisa blanca y corbata rojo oscuro, en clara alusión al PRI, uno de los partidos que representa. Parecía vestido para un evento priísta, más que para un debate.

Se vende como un candidato ciudadano, pero llevaba una vestimenta que nos recuerda al viejo PRI.

Si a esto le sumamos un discurso estudiado, antinatural, como de spot, los estímulos que emitió fueron los de un personaje gris y acartonado.

Un traje de corte más moderno y una corbata en tonos pastel hubieran hecho la diferencia.

Los candidatos no saben vestir
Los candidatos no saben vestir

RICARDO ANAYA

Él apostó por un traje azul de corte moderno, una camisa blanca y una corbata azul en el mismo tono que el traje y delgada, a comparación de sus oponentes varones que utilizaron corbatas más gruesas, para transmitir mayor autoridad.

Anaya quiso parecer un joven moderno, pues su código de vestimenta es utilizado hasta el cansancio por jóvenes universitarios, emprendedores o nuevos empresarios, pero su discurso le arruinó la historia.

Quiere conquistar a los millennials y a los hipster, pero con un lenguaje demasiado técnico, hablando de personajes que los jóvenes no conocen, con tal de atacar a Andrés Manuel. Con ademanes y gestos que lo hacen parecer distante, altivo, hasta soberbio.

Y en pantalla, la corbata parecía negra, lo que lo hacía lucir más formal y lejano de lo que él quería.

Los candidatos no saben vestir
Los candidatos no saben vestir

ANDRÉS MANUEL

Otro candidato que no se arriesgó fue Andrés Manuel. Optó por su conocido atuendo formal: traje negro, camisa blanca y corbata roja. El problema es que en códigos de vestimenta, este atuendo representa el código de mayor autoridad para un hombre.

La pregunta es: ¿el mensaje que debe enviar el candidato antisistema, el candidato anticorrupción, el candidato de la izquierda, el candidato que viene a cambiarlo a todo, es el de un personaje autoritario?

Ciertamente que no: el vende un discurso de cercanía al pueblo, de escucha de sus intereses y se presenta en calidad de máxima autoridad. Una absoluta contradicción.

El nuevo Andrés Manuel, conciliador, amigo, pudo llegar vestido con guayabera blanca, por ejemplo. Con un acto de rebeldía como éste, pudo convertirse en el ganador absoluto del debate, pero en su defecto le cedió el lugar a “El Bronco” que será recordado siempre por prometer una ley para “mocharle la mano a los rateros”.

Los candidatos no saben vestir
Los candidatos no saben vestir

JAIME RODRÍGUEZ “EL BRONCO”

“El Bronco” apostó por un traje oscuro, una camisa blanca y una corbata morada. Se trató también de una apuesta clásica, poco arriesgada, el único punto a su favor fue la  corbata en tonos pastel y con detalles, para transmitir accesibilidad.

Era el personaje que podía permitirse todo, romper todas las reglas. En materia de protocolo lo hizo, en materia de propuestas lo hizo, pero en vestimenta nos quedó a deber.

Los candidatos no saben vestir
Los candidatos no saben vestir
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