El próximo jueves Andrés Manuel López Obrador cumplirá sus primeros 90 días como presidente de México. Los primeros tres meses de cualquier líder son claves para determinar el rumbo de un proyecto, ya sea de una empresa o de un gobierno, escribió Michel Watkins en su famoso bestseller The first 90 days, una suerte de biblia del liderazgo y las transiciones.

Ignoro si el Presidente ha leído la obra de Watkin o si sus colaboradores le han transmitido algunos de sus postulados, pero lo que queda claro es que Andrés Manuel López Obrador ha buscado frenéticamente cambiar el rumbo del país en esos primeros 90 días. Para bien o para mal, el titular del Ejecutivo le ha dado una sacudida al sistema político y económico. La gran pregunta es si estos primeros tres meses marcarán el futuro de su gobierno y del país.

En materia económica, el Banco de México no tiene buenas noticias para los primeros meses de la Cuarta Transformación. De acuerdo con las minutas de su más reciente junta de política monetaria, es muy probable que el primer trimestre de 2019 sea muy malo para la economía nacional: se espera un crecimiento negativo derivado de la desaceleración económica mundial, pero sobre todo de la incertidumbre interna y los choques ocasionados por el desabasto de gasolina en diversas regiones del país, los bloqueos a los ferrocarriles en Michoacán y los conflictos laborales en Tamaulipas.

La Junta de Gobierno del banco central, que por primera vez votó ya con los dos nuevos integrantes propuestos por el Presidente: Jonathan Heath Gerardo Esquivel, anticipa un escenario económico débil a lo largo del año, sujeto a las políticas públicas del nuevo gobierno. La caída del PIB en el primer trimestre será el primer revés económico para el nuevo gobierno. El contraste con los datos de confianza del consumidor que está en su máximo nivel 12 años, hace pensar que la realidad económica pronto se impondrá a las expectativas generadas por la llegada de un partido de izquierda al poder.

Uno de los eslabones más débiles de la cadena es la inversión privada. AMLO no sólo no ha entusiasmado a los empresarios, sino al revés: la revisión del funcionamiento de todos los sectores económicos y las nuevas regulaciones en puerta tienen a los hombres y mujeres de negocios pensando dos veces sus inversiones.

Ni las reuniones con la cúpula empresarial, representada en el Consejo Mexicano de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial, han logrado detonar los grandes anuncios de inversión, como suele suceder al inicio de un sexenio. La realidad es que se mantiene un alto grado de escepticismo entre los hombres y mujeres del dinero. La reaparición de Alfonso Romo y Carlos Slim en un evento del Presidente es apenas el inicio de una posible recomposición de las relaciones entre gobierno e iniciativa privada, pero no significa que los empresarios confían en el nuevo gobierno o que lo apoyarán irrestrictamente.

La Junta de Gobierno de Banxico destacó que los especialistas del sector privado han revisado a la baja sus perspectivas de crecimiento para 2019. Uno de los integrantes mencionó que el deterioro en las perspectivas de crecimiento es lo que más preocupa, “ya que llevamos tres años seguidos con una inversión fija bruta estancada y sin el dinamismo suficiente en el consumo y exportaciones para fomentar mayor crecimiento”.

Si bien el arranque sexenal siempre es complicado, esta vez vino acompañado de dificultades transitorias adicionales como los problemas en la distribución de combustibles, las interrupciones en vías ferroviarias y los conflictos laborales en el estado de Tamaulipas.

Esto sin mencionar los focos rojos que se encienden sobre Pemex, cuya calificación está a prueba y podría cambiar tan pronto como en los próximos dos meses. Fitch ya tiene a la empresa más importante de México al borde de perder el grado de inversión y Moody’s manifestó que el ‘rescate’ financiero anunciado en días recientes es insuficiente.

De esta forma, el balance de riesgos para el crecimiento económico está sesgado a la baja; este sesgo se observa tanto en un horizonte de corto como de mediano plazos, concluyeron los integrantes de la Junta de Gobierno de Banco de México.

Así, el balance económico de los primeros 90 días del Presidente. Ojalá que al contrario de como lo plantea Michel Watkins en su libro, esta vez no sean determinantes para el futuro del país y que hayan sido tres meses de aprendizaje para el nuevo gobierno.

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