"La primera ley del cristiano
es levantarse temprano”

Andrés Manuel, el hombre y el Presidente, es un ser dogmático, muy cerrado al debate y más cerrado aún a escuchar cosas frescas, ideas nuevas.

El Presidente es un conservador y de los de vieja guardia, que considera que todo será resuelto por su muy particular visión, algo así como un mesías.

Ayer, por ejemplo, se defendió de la balconeada a los gobernadores que no asisten a sus tempraneras reuniones de seguridad bajo el argumento de la transparencia para que el “pueblo sepa”, aunque el pueblo aún no sabe nada de más del 80% de contratos que su administración adjudica sin licitaciones, aunque no sepa nada tampoco del momento exacto de la liberación de Ovidio Guzmán o de los “otros datos” que le marcan a López Obrador un resultado “requetebueno” en materia de seguridad.

Para el Presidente, lo dijo ayer, hay algo, un je ne sais quoi, que reparte los boletos de la suerte tempranito y al que no madruga pues no le toca.

Si las reuniones de seguridad sirvieran de algo, el 2019 habría sido un año un poco menos violento que el 2018 y no es así; cerrando diciembre sabremos si efectivamente somos el más violento en la historia contemporánea de México, al menos, desde que contamos los muertos con más precisión.

Si las reuniones de seguridad sirvieran de algo, el 2019 no habría tenido pifias del tamaño del Culiacanazo con el ridículo internacional que representó la liberación de Ovidio Guzmán, ¿qué demonios discutían esa madrugada los jefes de seguridad de la nación?, ¿de qué hablaron los días previos?

Si las reuniones de seguridad sirvieran de algo, Alfonso Durazo se habría evitado el ridículo de hablar de puntos de inflexión en la violencia del país mientras descubríamos que Aguililla, Michoacán, era un infierno con más de una decena de policías muertos en una emboscada del narco.

Si levantarse temprano fuera la clave del éxito para todo, todo sería mucho más sencillo, pero, por desgracia, hace falta mucho más que madrugar y presumir el hábito de la desmañada.

Tal vez, en una de esas reuniones madrugadoras, por la fatiga, por el frío decembrino o porque ya nadie dice nada porque saben bien que sus comentarios son erosionados en un ego como hoyo negro, tal vez ahí surgió la idea de balconear a los gobernadores faltistas sin hacer un cruce de datos con resultados.

Muy bien hace el gobernador de Querétaro, por ejemplo, en no asistir a las reuniones cuando el año reporta apenas 180 homicidios; en Tlaxcala deberían seguir su ejemplo, pues con menos población llegaron a los 159 pero, eso sí, asistieron a 208 reuniones.

Tal vez, una palomita menos en el radar del presidente pueda convertirse en una vida más.

De Colofón

¿Y si a Evo le hubieran girado orden de aprehensión cuando estaba en México?

@LuisCardenasMX

Google News