En pocas horas un video del primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte, se volvió viral en redes sociales. En el video se ve al Primer Ministro entrando al parlamento con unos documentos y un vaso de café, pero al pasar por el torniquete tiró el vaso con el café.

Un poco avergonzado se apresuró a levantar el vaso y le quitó el trapeador a la persona del aseo que se disponía a limpiar el piso. La sorpresa fue tal que llegaron más integrantes del equipo de aseo para aplaudirle y finalmente ayudarlo, debido a que parecía tener problemas para usar el instrumento de limpieza.

La pregunta es: ¿por qué ha causado tanta admiración la actitud del Primer Ministro? Una vez, debemos recurrir a los axiomas de la imagen pública.

El axioma número 9 dice que la eficiencia de una imagen irá en relación directa con la coherencia de los estímulos que la causen y el axioma 10 agrega que la creación de una imagen debe respetar la esencia del emisor.

Esto significa que un funcionario público no sólo lo es cuando está en funciones, ni cuando atiende a la prensa, sino las 24 horas del día. Al ingresar al mundo de la política eliminaron la barrera entre su vida pública y su vida personal, están todo el tiempo bajo el ojo público.

El problema es que muchos políticos intentan ser amables cuando están bajo los reflectores de las cámaras de los medios de comunicación o en presencia de otras personas, pero en privado son déspotas, soberbios e incluso humillan a quien consideran está por debajo de ellos.

Pero olvidan que “una imagen integral especialmente fuerte y estable se generará por el conjunto coherente de todos los mensajes verbales y no verbales, que la persona o institución emitan dentro de un contexto particular”, como lo asegura Víctor Gordoa en su libro “El poder de la Imagen Pública”.

Afortunadamente los ciudadanos no son tontos y perciben cuando un político está actuando, cuando un político no es natural. Probablemente al inicio caigan en la trampa, pero ninguna imagen pública falseada es capaz de sostenerse en el tiempo, tarde o temprano sale a relucir el verdadero yo.

Esto es precisamente lo que le pasa a cientos de políticos mexicanos. Aparentan ser algo que no son y vender resultados cuestionables. O, peor aún, cuando llegan al poder se convierten en una especie de “semidioses” inalcanzables, aunque en público aparenten otra cosa.

Pero, ¿cómo habrían actuado si el café se les hubiera caído a ellos? Basta leer los comentarios a la nota del Primer Ministro de los Países Bajos para descubrirlo.

La mayoría coincide que se habrían molestando y seguramente habrían culpado a algún ayudante por observar la escena en lugar de limpiar el tiradero. En el peor de los casos habrían lanzado maldiciones al aire y habrían exigido que les fueran a comprar otro café y “rapidito”.

Me preguntarán algunos, ¿pero entonces cómo le hago si a mí no se me da ser amable?

Les responderé así:

>En psicología hay una cosa que se llama temperamento y otra cosa que se llama carácter. El temperamento no se puede cambiar, pero el carácter sí, entonces no hay pretextos.

>El famoso periodista Ryszard Kapuscinski dijo alguna vez que “las malas personas no pueden ser buenos periodistas”. Lo mismo aplica para la política. Si usted es una mala persona, no se meta a la política.

El caso de Mark Rutte demuestra que la política está en vías de cambio y que la ciudadanía cada vez soporta menos a los políticos que se creen “semiodioses”. Si usted es político y se le cae el café, lo menos que se espera es que limpie lo que ensució, no quiera que otros arreglen lo que usted arruinó.

Y para traducir el tema a ejemplos locales, que todos conocemos en San Luis. Si usted es diputado y asaltan a empleados de su empresa, no quiera llegar a contaminar una escena del crimen, alegando que tiene fuero y que puede hacer lo que quiera.

Si usted es diputado local no arme escándalos en centros comerciales y mucho menos se indigne cuando salgan a pedirle que se vaya, ni espete “te faltan huevos,  cabrón”.

Si los políticos mexicanos no aprenden la lección tarde o temprano pagarán las consecuencias, aunque tengan excelentes asesores de imagen. El 2 de julio próximo se encargará de demostrar lo que digo.

Los políticos que demanda el siglo XXI se parecen a Rutte. Tienen una escala clara de valores y la demuestran cada que pueden.

El diario online elmundo.es, describe a este político de una forma muy ilustrativa: “algunos comparan su discurso y oratoria con las capacidades de Winston Churchill o Margaret Thatcher. Otros dicen que intenta copiar el carisma de Barack Obama. Sus capacidades de liderazgo político son remarcables. Por tercera vez consecutiva, su partido se perfila como el más votado de Holanda. Rutte se presenta como el líder y defensor de los valores y las normas holandesas. Sus colegas lo describen como una persona accesible, amable y dispuesta cada vez que se le necesita. Esto lo confirman periodistas, políticos, funcionarios y empresarios”.

Twitter: @carlitosbernal

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