“Si despojas a los ricos, consigues empobrecerles; pero no consigues enriquecer a los pobres” Máximo Gorki.   

Nuestro presidente le apuesta a la pobreza como virtud. De alguna manera la Cuarta Transformación quisiera convertirse en una especie de orden mendicante, vivir con poquito, con menos de lo indispensable, vivir de las limosnas, de la caridad y de las ilusiones del bien, algo así como los Agustinos Recoletos de Palacio Nacional.

Quién opta por la pobreza material como estilo de vida y apuesta a la espiritualidad como única fuente de riqueza tiene todo mi respeto, pero no considero para nada sano que una decisión personalísima sea impuesta como política económica para un país. Perdón, pero por eso, por la miseria, no se votó.

Sin embargo, la hecatombe económica en puerta, como apuntaba el periodista Mario Maldonado hace unos días en estas páginas, bien podría ser la antesala para la imposición de la llamada “Economía Moral”, sea lo que sea que eso signifique.

Los números son mucho más claros que los preceptos espirituales. En México, a través del Coneval, medimos la pobreza mediante varios indicadores, quizá los más importantes se refieren a la “Línea de pobreza por ingresos” (LPI), que representa la cantidad mínima indispensable para que un individuo pueda acceder a la canasta básica alimentaria y no alimentaria por mes. 
Hoy día, la LPI apunta a los $3,208 por persona al mes y hasta la última medición resulta que la friolera de 61.1 millones de personas no alcanzan a juntar la cifra para su subsistencia más elemental.

Peor aún es el escenario que revela la “Línea de pobreza extrema por ingresos” (LPEI), refiriéndose a los que incluso no pueden comprar ni una canasta básica, que el índice calcula en $1,632 por persona, con 21 millones de mexicanos, de los 61.1 que le contaba, en esa situación.

El Covid ha matado hasta el momento 8 empleos por minuto en México, reflejándose en al menos 686 mil personas sin trabajo y eso solo en la economía formal, sume usted otro tanto, quizá igual o mayor, de la economía informal.

“El gran confinamiento”, como le llaman a la crisis global generada por el virus, traerá más pobreza a los países en desarrollo y dado que no existen medidas serias de contención, México será un país de miseria en pocos meses, al final, una nación mendicante.

“Si ya tenemos zapatos, ¿para qué más?. Si ya se tiene la ropa indispensable, ¡solo eso!”, manifestaba López en su mañanera hace unos días. Y sí, honesto como es, no mintió: cada vez habrá menos mexicanos que podrán comprarse nuevos zapatos o nueva ropa, ¿votaron por eso?, ¿por una ciudadanía miserable dependiente de las migajas que le arroje el gobierno?

De Colofón

En el colmo de la pobreza franciscana, varios médicos contratados por el Insabi para hacer frente a la pandemia denuncian que, además de no contar con insumos para protegerse y de que no les dieron contrato, ¡tampoco les han pagado!

@LuisCardenasMX

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