La posibilidad existe y es creciente: que al final del sexenio ni se haya completado Texcoco, ni se haya construido Santa Lucía y que el actual aeropuerto reviente de ineficiencia por sobresaturación. El final de la historia más absurda jamás contada: como poner en el bote de la basura el hiper aeropuerto del señor Foster y la ridícula obsesión de edificar la terminal militar del teniente Godínez.

Y es que cada día que pasa crece la avalancha de cientos de demandas en los dos casos. Hablando de Texcoco, el ínclito secretario Jiménez Espriú ha dicho que “con la recompra de mil 800 millones de dólares —del total de 6 mmd en bonos— ya solo se deben 4 mmd”; pero nada dijo de las demandas que desde Nueva York han entablado grupos de acreedores representados por el poderosísimo bufete internacional de abogados Hogan Lovells.

En paralelo, el colectivo #NoMásDerroches, en el que alinean Causa en Común, Coparmex y Mexicanos contra la Corrupción, ha logrado amparos para que se preserven los avances en Texcoco que se estiman en un valioso 34% de la obra. Otra de sus demandas obliga al gobierno federal a explicar fehacientemente por qué no ha reconocido más de un centenar de estudios nacionales e internacionales que avalan la viabilidad financiera y sobre todo el cumplimiento de las más exigentes normas de seguridad aérea.

En sentido contrario, la quimera de Santa Lucía ha sido señalada por los más reconocidos expertos del tráfico aéreo mundial como aeropuerto de alto riesgo y depredador del ambiente. No se sabe de un plan maestro de la obra en su conjunto; salvo que será diseñada, construida y operada por militares. El galimatías es tal, que ya hay 147 amparos en su contra. Sobre las acusaciones presidenciales de que se trata de iniciativas provenientes de grandes y corruptos intereses, los voceros de #NoMásDerroches han argumentado que no hay nadie detrás y que al fin y al cabo no se requiere de un gran financiamiento. En cuanto al tiempo del procedimiento, que podría llegar a la Suprema Corte, las expectativas son muy diversas: las autoridades del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México han declarado que “la construcción de Santa Lucía está en marcha y nada nos va a detener… los litigios habrán de resolverse en dos o tres meses”; en tanto que los demandantes de #NoMásDerroches estiman que la totalidad de la ruta jurídica se llevará de uno a tres años. De ser así, quedaría absolutamente descartada la construcción de Santa Lucía en el sexenio lopezobradorista, tal cual la ha prometido su gobierno.

Finalmente, y hablando de números, aquí está un ejercicio muy elemental: si el costo total de Texcoco es de 285 mil millones de pesos, y su cancelación le representa 100 mil millones al gobierno, por qué los señores del dinero no se lo compran a 110 mil millones (10% de utilidad) y concluyen ellos la obra. Así el genial señor Riobóo —autor de la tesis de los aviones repelentes— tendría dinero de sobra para financiar los 80 mil millones que, dice, costaría Santa Lucía. Y hasta le quedaría un guardadito para su operación. Eso, en el supuesto de que alguien quiera utilizarlo.

P.D. Con el apoyo invaluable de mi amigo Enrique Tovar, experto en Administración Pública.

Periodista.

Google News