Donald Trump ha convertido a los beneficiarios del programa DACA en moneda de cambio. Esos jóvenes que llegaron de niños a Estados Unidos podrían perder la protección legal que recibieron con Barack Obama si no se aprueba el presupuesto para seguridad fronteriza que exige la Casa Blanca.

 La advertencia es clara: se frenará cualquier propuesta migratoria que no cumpla con lo que pide Donald Trump. Por lo pronto, en Washington el Senado detuvo la propuesta bipartidista que proponía regular la residencia de estos jóvenes a cambio de 25 mil millones de dólares para el muro y para otras medidas de protección migratoria. A esta propuesta le faltaban algunas de las exigencias del presidente, así que no pasó. Tampoco se aprobó la impulsada por el propio Trump.

Que los dreamers dejen los Estados Unidos puede traducirse en la pérdida de 400 mil millones de dólares (400 billones en inglés). Y es que estamos hablando de jóvenes sin antecedentes penales, con estudios, que trabajan, obtienen créditos y pagan impuestos. La afectación económica se sentiría durante al menos una década. En estados como California, que alberga uno de los mayores porcentajes de beneficiarios del programa DACA, el golpe al producto interno bruto se calcula en más de 11 mil millones de dólares anuales.

En contraste, construir el muro podría costar 15 mil millones de dólares, según lo dicho por el líder del Senado estadounidense Mitch McConnell. Pero hay gastos que esa cifra no contempla. Compartimos una frontera de dos mil millas. Parte del muro tendría que construirse en terrenos privados que, suponen sus dueños, tendría que pagar el gobierno. Además, se estima que mantenerlo implicaría un gasto de 750 millones de dólares anuales.

Todo ese dinero empleado para detener a los migrantes, como si una barrera física fuera de verdad a frenar ese fenómeno. John Kelly, jefe de Gabinete de la Casa Blanca, reconoció ante senadores que el muro no resuelve el problema. Se necesitan además sensores, patrullaje y monitoreo. El uso de tecnología sería más eficiente para su propósito de detener a los migrantes y menos agresivo con entorno. Pero construir el muro es una promesa de campaña y, según parece, es también una obsesión del tuitero que gobierna el país más poderoso del mundo.

HUERFANITO.— Mauricio Merino, Ricardo Becerra y Katia D’Artigues dejaron la Comisión para la Reconstrucción de la Ciudad de México debido a que desde esa posición no podían realmente vigilar la aplicación de los recursos. Con las reglas planteadas por la Asamblea Legislativa no está garantizada la transparencia en el ejercicio de más de 15 mil 800 millones de pesos para recuperar lo afectado luego del sismo del 19 de septiembre.

Son tres legisladores locales quienes tendrán la facultad de decidir cómo gastar buena parte de ese dinero: Mauricio Toledo, Jorge Romero y Leonel Luna. ¿Usted les tiene confianza ciega? Yo tampoco.

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