Inevitable por lo que hasta ahora puede observarse, la candidatura al gobierno de Guerrero del presunto violador de Morena, Félix Salgado Macedonio, es un fuego fatuo, esa llama que se forma a poca distancia del suelo por la inflamación de ciertas materias que se elevan de las sustancias de animales en putrefacción.

La posibilidad de anular la cuestionada candidatura —surgida venturosamente el viernes pasado con la ambigua resolución de reponer el proceso, dictada por la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del partido en el gobierno— también resultó fuego fatuo, pero en la otra acepción del término: algo ilusorio, una gran simulación.

Los resultados de la nueva encuesta, en la que volverá a estar Salgado Macedonio porque la Comisión Nacional de Elecciones de Morena consideró que las acusaciones de abuso sexual en su contra no han vulnerado sus derechos políticos, se vislumbran cantados a su favor. Ya no jugará su principal contendiente, Pablo Amílcar Sandoval, quien declinó la madrugada del lunes probablemente para no meter en líos a su hermana, la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, pero sobre todo porque Félix es el candidato de AMLO.

Lo es —aunque ya creíamos superados esos tiempos— porque Félix es su amigo, porque le ha sido leal en las buenas y en las malas, y porque el estilo del Presidente es premiar la lealtad a toda prueba, aunque —como en este caso— atropelle la dignidad y los derechos de tres mujeres y, con ellas, las de miles y miles más.

Argumenta AMLO que son “politiquerías”, ataques de sus adversarios, manipulaciones de conservadores impensablemente montados en la causa feminista. La andanada, seguramente, tiene esos componentes, pero no anula el legítimo clamor femenino de justicia. Si al tema se montaron esos “lobos con piel de oveja” fue porque el propio Presidente lo politizó y lo polarizó, ambiente en el que más cómodo se siente y del que, invariablemente, ha obtenido resultados favorables.

En fin, los resultados de la tercera encuesta electoral del candidato de Morena al gobierno de Guerrero, deberán estar listos a más tardar mañana, toda vez que el viernes 5 de marzo es el plazo para el arranque de las campañas. Si vuelve a ganar Félix se confirmará la simulación, la burla que, justicia divina, causará daños de diverso calado (en los comicios de Guerrero y en los de la Cámara de Diputados) a un partido de por sí fracturado por éste y otros temas y que, así como rápidamente se conformó y llegó al poder, aceleradamente parece jugar a su autodestrucción, algo penoso y decepcionante para muchos de los que por él votaron.

Instantáneas:

1. SANITIZACIÓN. Limpiar la casa es una asignatura urgente para Morena, desinfectarla del virus de los impresentables y los oportunistas como Salgado Macedonio. Dicen los que saben que entre otros está el diputado federal Sergio Gutiérrez Luna, representante de ese partido en el Consejo General del INE. El morenista asumió la representación popular en San Lázaro luego de que Horacio Duarte dejó la curul de la cuarta circunscripción para incorporarse al gobierno federal. Desde tribuna planteó la destrucción total del INE y exigió la salida de Lorenzo Córdova. Ahora, ya en el instituto electoral, ha dicho que los consejeros trabajan para los partidos de oposición y sus constantes recriminaciones al INE han hecho que, hasta el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, se deslinde públicamente de él. Gutiérrez busca ahora ser candidato a diputado federal por un distrito de su natal Minatitlán. Como buen chapulín, tiene sus orígenes en el panismo de Sonora, donde trabajó para el exconvicto exgobernador Guillermo Padrés. Fue ligado a un desvío millonario de recursos, pero su brinco a Morena, junto con otros panistas, priistas y perredistas, hizo que el asunto se olvidara. Se purificó, pues. Se le acusa de que, en busca de la candidatura, ha recurrido a viejas prácticas de la oposición que tanto critica. Aseguran que regala desde cubrebocas y gel antibacterial hasta dinero en efectivo, y que ha pactado con Jorge Wade, líder petrolero del sur de Veracruz, dos de cuyos familiares fueron detenidas el año pasado por posesión de drogas e internadas durante tres meses en el penal de San Pedro Cholula, Puebla.

2. OTROS. De Nuevo León nos llega la denuncia de presuntas alteraciones en las encuestas de Morena para imponer candidatos a alcaldes y a diputaciones federales, incluyendo perfiles como los de la diputada local Claudia Tapia, que no es de ese partido. Nos dicen que el operador de tales maniobras es Alfredo Pérez Treviño, quien fuera subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana en el gobierno de Jaime Rodríguez “El Bronco”.  Lo han acusado de vínculos con el contrabando, pero dicen los que saben que echó mano de su primo, el senador veracruzano Ernesto Pérez Astorga, para pactar un fuerte arreglo económico con el senador Alejandro Peña, integrante de la Comisión Nacional de Elecciones de Morena, con miras a alterar encuestas en varios estados.

3. APROBACIÓN. EL UNIVERSAL publicó ayer la más reciente encuesta de aprobación presidencial. Seis de cada diez ciudadanos (64%) aprueban el trabajo de AMLO y tres de cada diez (30%) lo desaprueba. Estos porcentajes están en el consenso de otras encuestadoras nacionales e internacionales. ¿Cómo le hace el Presidente para mantener ese elevado nivel de aprobación frente a temas como el de las muertes por Covid-19, la crisis económica o la violencia y la inseguridad? Algunos analistas consideran que es un tema de atribución. ¿Qué quiere decir? Que la gente sigue pensando que su suerte no se debe a lo que AMLO ha hecho o dejado de hacer, sino a los abusos del pasado. Con ese blindaje, resulta inútil para la oposición emprenderla, como lo hace, contra el Presidente. Si el parece intocable, no lo es su gobierno. La crítica debería enderezarse contra sus integrantes. Pero nadie los ve ni piensa en ellos, sus errores y defectos pasan inadvertidos, y nadan de a muertito protegidos por el aura de su jefe.

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