No son tres, somos todos; Vivos se los llevaron, vivos los queremos; son frases que serán eco de lo vivido en el país en los últimos años, en donde la juventud es perseguida, criminalizada, desaparecida, y también diluida; es Guadalajara, y fue Guerrero, pero también ha sido Veracruz, Morelos, Nayarit, y también San Luis Potosí.


Jalisco, Michoacán y Ciudad de México salieron a reclamar el destino de un joven que tuvo como error atravesarse en un camino equivocado, o grabar en un sitio con un antecedente que lleve a un futuro siniestro; la noticia de Daniel, Marco y Salomón, revive la tragedia de Ayotzinapa aún sin resolver después de ya 44 meses, y con ello la persecución que tiene una juventud por el solo hecho de vivir en México.


San Luis Potosí tiene sus dolorosos casos pese a la apatía de la sociedad e ineficiencia de las autoridades, los desaparecidos de Toranzo llevan ocho años y medio en los que su familia desconocen su paradero, las autoridades con los cambios de procuradores hasta llegar al Fiscal general han sido omisos a dar respuesta de que pasó en octubre del 2009 con Marco Antonio Coronado, Julio César Coronado, Moisés Gámez y Luis Francisco Medina.


Cuando un joven desaparece surge la pregunta ¿Pues dónde andaría metido? ¿Con quién se juntaba? La criminalización que va más allá de la condena y el consuelo de afirmar que fueron sus malos pasos los que lo llevaron a un cruento destino, es el peligro de andar en las calles cual sea la colonia y la zona, tanto criminales como policías acechan y persiguen, en ambos las víctimas saben que saldrán si bien les va sin el celular, sin la cartera; el temor es el mismo al ver una pandilla, una patrulla, y también ver una sociedad que sabe que el primer error que comete un joven para padecer esta situación, es esa, ser joven, y no reclama nada.

gpl

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