Los parisinos trataban de llegar a trabajar el lunes pese a los extraordinarios atascos de tráfico, mientras la huelga en Francia para defender las pensiones paralizaba trenes y metro por quinto día consecutivo.

Alegando motivos de seguridad, la red ferroviaria nacional SNCF advirtió a los usuarios que se quedaran en casa o emplearan “medios alternativos de transporte” para ir a trabajar el lunes, en lugar de abarrotar los andenes con la esperanza de subir a uno de los escasos trenes disponibles.

Como resultado, la autoridad nacional de carreteras reportó más de 600 kilómetros de embotellamientos en la hora punta de la mañana en la región de París, en comparación con los 150 kilómetros de un día normal.

El tráfico en las avenidas era peor el lunes que cuando comenzó la huelga la semana pasada, porque muchos trabajadores pudieron trabajar desde casa o se tomaron un día libre en los primeros días de protestas. Pero esos recursos se iban complicando conforme se alargaba la huelga.

Los sindicatos, reforzados por las mayores manifestaciones a nivel nacional en años cuando comenzó la huelga el pasado jueves, planeaban nuevas protestas el martes y confiaban en mantener la presión para que el gobierno retirase la reforma de las pensiones.

Solo en torno a un sexto de los trenes galos circulaba el lunes y solo dos de las 16 líneas de metro de París funcionaban con normalidad. También las rutas internacionales se vieron afectadas y los piquetes sindicales bloquearon cocheras de autobuses en toda la capital, limitando también los servicios de autobús.

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, convocó al primer ministro, Edouard Philippe, y a otros altos cargos el domingo por la noche para trazar la estrategia de la semana.

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Se esperaba que el primer ministro presentara el miércoles los detalles sobre el plan del gobierno. No se esperaba que variara la edad oficial de jubilación, que ahora son 62 años, pero sí que instara a la gente a trabajar más años.

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La reforma es una pieza central de la visión de Macron para transformar la economía francesa. Los ministros del gobierno insisten en que el sistema actual es injusto y económicamente insostenible, mientras que los sindicatos afirman que la reforma vulnera los derechos fundamentales de los trabajadores y obligará a la gente a trabajar más tiempo por menos dinero.

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