Los sucesos ocurridos los días previos al 25 de noviembre del 2018 fueron caldo de cultivo para una de las manifestaciones que sorpresivamente generó que la vista y las críticas de la sociedad no se centrara en la exigencia de resolución a la problemática, sino hacia el sector conformado por mujeres que exigió y exige acciones para frenar la violencia contra las mujeres.

Ese domingo, como parte de la movilización en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se plasmaron consignas en el Edificio Central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), institución de la que en días anteriores se habían hecho públicas denuncias por acoso sexual de profesores en contra de las alumnas de la Facultad de Derecho.

Aunque las consignas no permanecieron más de tres horas sobre la pared de cantera, el encono que generó la acción fue tal que por días se cuestionó la “violencia” ejercida contra un edificio patrimonio de la ciudad, la persecución alcanzó, incluso, a integrantes del movimiento feminista que no participaron en la movilización.

Ese es el caso de Sara (nombre usado para proteger su identidad), a quien señalaron como responsable de algunas de las pintas, pese a que ella no marchó ese día.

“Yo acababa de tener demasiados problemas en la facultad por haber señalado a los profesores acosadores (…) para mí fue una carga emocional bastante fuerte, tener que pelearme, literalmente, con los profesores, con la dirección, con el consejo técnico consultivo de la Facultad de Derecho y yo decidí no ir a la marcha porque mi desgaste emocional, hasta ese punto, era bastante”, narra.

Recuerda que ella se encontraba en su casa viendo películas, mientras la marcha se desarrollaba, cuando visualizó la imagen de una joven con cabello teñido de naranja, capturada mientras realizaba pintas al edificio central, “lo primero que pasó por mi mente fue: me van a echar la culpa (…) acto seguido, en la noche, empezaron a salir muchos usuarios de redes sociales a publicar que yo había hecho esa pinta, específicamente”.

Persecución y ciberbullying, el precio de evidenciar acoso en la UASLP
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En cuestión de minutos no solo el nombre de Sara circuló en los comentarios de las redes sociales, también, el enlace a su perfil personal, su dirección y hasta su rutina de desplazamiento desde la Facultad a su domicilio.

“La cacería que hicieron sobre mí, realmente estuvo muy marcada”, y no solo la sociedad, ella cree que algunos conocidos y medios de comunicación contribuyeron al asedio del que fue víctima, al grado que dio de baja sus redes sociales y solo conservó la mensajería instantánea.

Y no era para menos, las amenazas públicas iban desde los llamados a la violación, hasta la promesa de homicidio, “hay que embolsarla”, recuerda que textualmente señalaba uno de los mensajes.

Considera que un gran detonante del “enojo” fueron las pintas realizadas durante la marcha, al edificio central, “eso fue lo que más les dolió (…) no sé si decir que tomaron ese pretexto para hacer la cacería”.

Sin embargo, agrega que pese a la imagen de pulcritud que trata de reflejar la UASLP, debe existir la comprensión de que es una institución en la que también ocurren casos de acoso de los que no puede escapar o controlar porque son parte de la dinámica de la sociedad de la que forma parte.

Sara reconoce que sintió miedo de que las amenazas expuestas en comentarios, se cumplieran, por ello, solicitó atención psicológica a la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV). Revela que las pruebas realizadas reflejan que el acoso virtual le provocó afectaciones emocionales, estrés y paranoia que le impidió salir de su vivienda por días, o la obligaba a andar acompañada a donde sea que fuere.

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Nada cambió en la UASLP, asegura

Pese a las denuncias, y aunque de manera institucional la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se pronunció por atender los casos de acoso, Sara, percibe que no cambió nada “tampoco veo que la Universidad haya tomado cuenta de las denuncias que se estaban haciendo (…) en vez de negarlo deberían trabajar en ello”.

Para ella las cosas fueron a peor en el trato que le otorgaron los profesores al volver a la escuela, lo que la llevó a presentar una queja ante la Comisión de Derechos Humanos (CEDH) en el estado institución cuyas medidas percibe, agregaron un ingrediente negativo a la relación que mantenía con los profesores, queja que tampoco ha sido atendida por la máxima casa de estudios.

La parte positiva que percibe, es que a partir de este hecho, en más facultades se han conformado frentes feministas y se han atrevido a denunciar casos de acoso, aunque los resultados, asegura, no son los esperados.

Persecución y ciberbullying, el precio de evidenciar acoso en la UASLP
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¿De qué sirve pintar un edificio?

Sara expone que parece que la sociedad carece de memoria histórica y no recuerda cómo se dieron las luchas de Independencia y de Revolución, incluso hizo referencia a lo que ocurre en países de Sudamérica como Bolivia, Chile y Ecuador, para lograr evidenciar “que algo está pasando”.

“Ninguna revolución se da pacíficamente, ningún derecho de los que gozamos hoy, se dio de manera pacífica, todos tuvimos que luchar por eso”, agregó que si esto ya se dijo por mucho tiempo, a través de los canales correctos y no hay una atención a la problemática “¿Qué más podemos hacer? (…) muchas veces no saben que ya lo intentamos por todos los modos, por todas las formas (…) y quedarnos a esperar a que nos hagan caso, tampoco abona a nuestra lucha”.

Aclara que lo que se evidencia con este tipo de reacciones es que la ciudadanía conoce que existe una problemática que no solo afecta a las alumnas, sino también al personal de administración, pero no quiere percibirla.

“Lo que esperábamos es que reconocieran que esta situación pasaba dentro de la universidad, sabemos que es difícil controlarla, pero el hecho de salir a decir que no está pasando o que no es cierto, es retroceder (…) en vez de sentirnos abrazadas, nos sentimos relegadas”, lamenta.

Y aunque Sara percibe que aún falta mucho para que la ciudadanía se manifieste empática con la lucha en contra de la violencia de género, confía en que este año, haya más mujeres en la concentración de esta tarde, asegura que esta vez sí acudirá, porque cree en la causa por la que lucha y en la que es necesario poner el cuerpo.

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