Esta noche, la mirada de Gerardo Martino estará en un televisor del hotel West Drift de Manhattan Beach, pendiente del inicio de la Copa América. Se enfrentan Brasil y Bolivia en el legendario estadio Morumbí. Ahí pudo estar la Selección Mexicana, pero —por decisiones mezquinas, llenas de avaricia— se ha alejado de un torneo que es mucho más relevante que la Copa Oro.

Los intereses de la televisión en Estados Unidos son uno de los motivos por los que el futbol mexicano no participa en Sudamérica. Sería impensable que Telemundo se quede con el pastel completo de torneos con la Selección Nacional, un producto netamente identificado con Univisión. Por esta razón, la Concacaf se encargó de programar la Copa Oro en las mismas fechas que la Copa América; así evitaría, incluso, que compitiera un equipo alternativo, porque es imposible estar en dos lugares al mismo tiempo.

Eso no quiere decir que sea extrañada con tristeza la presencia de México en la Copa América. La FIFA debe replantear lo que sucede en América, el único continente dividido en dos en el futbol, y donde el norte y el centro, juntando al Caribe, tienen equipos que dan lástimas futbolísticas, porque por más Copas Oros y por más dinero que se genere en el área, no han mejorado.

Martino verá con añoranza la Copa América, con la obligación de ganar la Oro, y mientras Argentina tiene a Messi, Cuba no sabía si dejarían entrar a su capitán, Yordan Santa Cruz, a Estados Unidos por negación —en primera instancia— de su visa. Los bandazos que da este continente: de una pasión desbordada en Brasil, a la representación máxima de cómo hacer negocio en estadios gigantescos en Estados Unidos. Solamente para el del debut, hay 90 mil entradas a la venta, de las cuales ya se agotaron más de la mitad.

Más allá de los intereses legítimos de la televisión, es un buen momento de replantear el futbol del continente. A Brasil, Argentina, Colombia, Uruguay, Chile, les conviene tener a México y Estados Unidos en sus torneos, como a ambos países norteamericanos les conviene tener a los sudamericanos jugando entre ellos, por nivel y por patrocinadores. Ganan todos.

¿Qué reto puede ser para Martino y el futbol mexicano enfrentar a Cuba, Canadá y Martinica? Realmente ninguno. Es como hacer trampa en el solitario y celebrar la victoria. Para elevar niveles, se debe competir contra los mejores o por lo menos con los de similar nivel, y hoy la Concacaf está lejísimos de eso.

El verano de las copas simultáneas no conviene a nadie, ni en lo deportivo ni en popularidad. La Selección Mexicana necesita de estos rivales y de estas competencias. El miedo a no participar en un Mundial, que lo tiren a la basura. Eso es inexistente, porque gracias a la “brillante” idea de hacer competencias cada cuatro años con 48 selecciones, clasificarán hasta las Islas Feroe, así que ese argumento que lo desechen.

Hoy se ve con añoranza y envidia lo que sucede en Brasil y —claro— para cubanos, canadienses y caribeños, jugar contra México es similar a cuando la Selección juega contra Alemania, España, Francia o Brasil. Es su mini Mundial de futbol.

@gvlo2008

 

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