El 4 de septiembre de 1997, en la Cámara de Diputados se consumó lo que hasta entonces parecía imposible. Por primera vez, el PRI dejó de ser mayoría.

Porfirio Muñoz Ledo fue el personaje del día. Como diputado del PRD, puso en juego todo su oficio político en la negociación con las bancadas del PAN, el PT y el PVEM para constituir el "grupo de los cuatro" y lograr lo que se llamó entonces "la mayoría opositora".

El mexiquense Emilio Chuayffet, secretario de Gobernación, montó con el coordinador de la bancada del PRI, Arturo Núñez, y el vicecoordinador, Ricardo Monreal, una operación para evitar la pérdida del control tricolor. Llegó a calificarse como un intento golpista que retrasó la instalación de la legislatura, pero al final ganó la partida el bloque opositor y Muñoz Ledo asumió la presidencia de la Cámara.

Fue el preludio de la derrota del PRI tres años después en la elección presidencial. Terminaba "El Sistema", como se llamaba al conjunto del gobierno y el PRI, que imponía su voluntad aunque la ley no le favoreciera y que demandaba "disciplina" de sus integrantes, es decir, sumisión al presidente de la república.

Habían pasado diez años de que Porfirio, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y otros líderes de la Corriente Democrática del PRI, había roto con El Sistema. En las entrevistas, se ofendía cuando se insinuaba que había sido por décadas un "hombre del sistema". No, decía enfadado, "hombre de Estado".

En ese 1997, Andrés Manuel López Obrador era presidente del PRD y Felipe Calderón del PAN. Sus acuerdos facilitaron ese triunfo democrático.

Ese año clave en la democratización del país parecía haber sido olvidado esta semana por Muñoz Ledo, que se había reelegido como presidente de la Cámara pese a los acuerdos de rotación nacidos justamente en aquel tiempo y pese a las acusaciones de la oposición de autoritarismo anacrónico, ya no priista sino morenista.

Ante la presión opositora, cuando parecía que Porfirio daba una señal más del retorno del viejo sistema, renunció al cargo.

Habrá que seguir los vuelcos de esta trama para saber hasta dónde Morena va a reconciliarse con la historia y separarse de El Sistema, o confirmar los peores temores sobre la restauración autoritaria.

SACIAMORBOS. Arde el estado, el gobernador busca a quién culpar, actúa políticamente contra su villano favorito, su grada le aplaude... Y el estado sigue ardiendo.
 

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